A un visitante que aseguraba no tener necesidad de buscar la verdad, por que ya la tenía en las creencias de su religión, le dijo el Maestro:
— Había una vez un estudiante que nunca llegó a convertirse en un matemático, porque creía ciegamente en las respuestas que aparecían en las últimas páginas de su texto de matemáticas. Y, aunque parezca paradójico, las respuestas eran las correctas.
Cuento tomado del libro “¿Quién puede hacer que amanezca?”, de Anthony de Mello.
lunes, 18 de mayo de 2009
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