Cierta anciana que vivía en una granja observó que su gallo cantaba siempre a la misma hora, minutos antes de comenzar el día. Pensó entonces que era el canto de su gallo el que producía la salida del sol.
Los vecinos, molestos por el canto, protestaron y la anciana decidió irse a vivir a otro pueblo llevándose el gallo.
La primera madrugada en su nuevo hogar fue igual que siempre: el gallo cantó y el sol comenzó a elevarse sobre el horizonte. Poco a poco, la claridad invadió el lugar.
Entonces, la mujer pensó, "Lo lamento por la gente del otro pueblo a quienes dejé a oscuras para siempre". Le extrañó que nunca la hubieran llamado para que regresara.
Cuento de origen desconocido
martes, 12 de mayo de 2009
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