Había una vez un pequeño gorrión que, cuando retumbaba el trueno de la tormenta, se acostaba en el suelo y levantaba sus patitas hacia el cielo.
— ¿Por qué haces eso? — le preguntó un zorro.
— ¡Para proteger a la tierra, que contiene muchos seres vivos! — contestó el gorrión —. Si por desgracia el cielo se desplomara de repente, ¿te das cuenta de lo que ocurriría? Por eso levanto mis patas para sostenerlo.
— ¿Con tus flacas patitas quieres sostener el inmenso cielo? — preguntó el zorro.
El gorrión contestó:
— Aquí abajo, cada uno tiene su propio cielo.
Cuento popular turco.
jueves, 7 de mayo de 2009
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1 comentario:
Admiro al gorrión.
Yo por momentos, trato de sostener con mis pobres patitas todo el cielo.
Y el cielo se me cayó en la cabeza.
UN ABRAZO.
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