Una noche, Nasrudín estaba dando un paseo cuando tropezó con un hombre bebido, tumbado en la hierba. Al ponerlo boca arriba, reconoció al borracho, que no era otro que el juez, hombre famoso por pronunciar duras sentencias por las faltas morales. Al ver que estaba inconsciente, Nasrudín le quitó sus elegantes babuchas y el manto, y siguió su camino.
Fue sólo cuando el juez volvió a su casa, dando traspiés, al día siguiente, cuando se dio cuenta de que le habían robado. Lívido, dijo a la policía que buscaran en cada casa hasta que encontraran al culpable.
No pasó mucho tiempo antes de que Nasrudín fuera llevado al tribunal.
— ¿Dónde conseguiste esas babuchas y ese manto? — preguntó el juez.
— Se los quité a un borracho que encontré tumbado en la cuneta la noche pasada — contesto el mullah —. Desde entonces estoy tratando de devolvérselos, pero no conozco su identidad. ¿No lo conocerá Su Señoría por casualidad?
— ¡Por supuesto que no! — replicó el juez, comprendiendo que cualquier otra respuesta hubiera arruinado su reputación —. ¡Caso archivado!
Cuento de la tradición sufí
martes, 24 de marzo de 2009
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1 comentario:
No paro de reírme... ese juez podría ser contemporáneo ehhhhh
ABRAZOS !!!!!!
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