Cuando se le preguntaba por su iluminación, el Maestro siempre se mostraba reservado, aunque los discípulos intentaban por todos los medios hacerlo hablar.
Todo lo que sabían al respecto era lo que, en cierta ocasión, le dijo el Maestro a su hijo más joven cuando éste le preguntó cómo se había sentido. La respuesta fue: "Como un imbécil".
Cuando el muchacho quiso saber por qué, el Maestro le respondió: "Bueno, verás..., fue algo así como hacer grandes esfuerzos por entrar en una casa escalando un muro y rompiendo una ventana... y darse cuenta después de que estaba abierta la puerta".
Cuento de la tradición budista zen
jueves, 5 de marzo de 2009
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2 comentarios:
Hola Graciela
Al amanecer, antes de salir de casa, leo un cuento. Luego, dentro de una botella bien tapada lo lanzo al mar y así dejo un rastro para poder regresar.
Preparo entonces un morralito y me voy de paseo por la red en busca de contadores de cuentos, letras nuevas, para aprender y compartir. Me encontré tus "Cuentos con luz propia" y aquí estoy leyendo.
Sinceras felicitaciones por la presentación que haces de tu perfil. Sí, me gusta pensar en lectoras y lectores y no más. Gracias por tener tu puerta abierta.
Desde ya, eres bienvenida a mi Casa.
Saludos desde Mérida-Venezuela.
Jabier.
Cuántas puertas abiertas a veces hay, y en lugar de atravesarlas con simplicidad, buscamos los caminos más complicados...
Gran cuento, gran enseñanza.
Un abrazo.
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