Un monje muy devoto e instruido cruzaba cierta vez un río en barca cuando, al pasar al lado de un pequeño islote, oyó la voz de un hombre que, torpemente, intentaba elevar unas plegarias. En su interior, no pudo menos que entristecerse. ¿Cómo era posible que alguien fuera capaz de entonar tan mal aquellos mantras? Tal vez aquel pobre hombre ignoraba que los mantras debían recitarse con la entonación adecuada, el ritmo y la musicalidad precisas, con la pronunciación perfecta.
Decidió entonces ser generoso y, desviándose de su rumbo, se acercó al islote para instruir a aquel desdichado sobre la importancia de la correcta ejecución de los mantras. Cuando arribó, pudo ver a un hombre andrajoso de aspecto sosegado cantando las plegarias.
Con serena paciencia, el monje dedicó algunas horas a instruir a aquel individuo que, a cada momento, expresaba efusivas muestras de agradecimiento a su improvisado benefactor. Cuando entendió que por fin aquel sujeto sería capaz de recitar los mantras con cierta solvencia, se despidió de él, no sin antes advertirle:
— Y recuerda, mi buen amigo, es tal la potencia de estos mantras, que su correcta pronunciación permite que un hombre sea capaz de andar sobre las aguas.
Pero apenas había recorrido unos metros con la barca, cuando lo escuchó recitar los mantras aun peor que antes.
— ¡Qué desgracia! — se dijo —. Hay personas incapaces de aprender nada de nada.
De pronto, escuchó una voz a sus espaldas, muy cerca. Al volverse vio al pobre andrajoso que, caminando sobre las aguas, se acercaba a su barca y le preguntaba:
— Noble monje, he olvidado tus instrucciones sobre el modo correcto de pronunciar los mantras. ¿Serías tan amable de repetírmelas de nuevo?
Cuento de la tradición hindú
sábado, 21 de febrero de 2009
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1 comentario:
A veces parece
que sembramos y sembramos,
y nada crece...
y de pronto !!! nos asombramos!!.
Hermoso cuento.
Un saludo cordial.
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