Un célebre cirujano vienés decía a sus alumnos que, para ser cirujano, se requerían dos cualidades: no sentir náuseas y tener capacidad de observación.
Para hacer una demostración, introdujo uno de sus dedos en un líquido nauseabundo, se lo llevó a la boca y lo chupó. Luego, pidió a sus alumnos que hicieran lo mismo. Y ellos, armándose de valor, lo obedecieron sin vacilar.
Entonces, sonriendo astutamente, dijo el cirujano: “”Caballeros, no tengo más remedio que felicitarlos por haber superado la primera prueba. Pero, desgraciadamente, no han superado la segunda. Porque ninguno de ustedes se ha dado cuenta de que el dedo que yo he chupado no era el mismo que introduje en el líquido”.
Cuento tomado del libro “La oración de la rana”, de Anthony de Mello
jueves, 26 de febrero de 2009
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1 comentario:
Espectacular !!!!
Bien decía un sabio que ¨un ojo atento sirve más que cualquier atributo¨ ...
Otra vez Graciela gracias !!!
Tu blog me fascina.
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