Cada víspera de Shabat, rabí Jaím de Kosov bailaba ante sus discípulos reunidos. Su rostro estaba encendido y todos sabían que cada paso contenía sublimes significados y obraba cosas sublimes.
Una vez, cuando estaba en medio de su danza, cayó un pesado banco sobre su pie y tuvo que detenerse por el dolor. Después, cuando le preguntaron sobre esto, dijo:
— Me parece que el dolor se hizo sentir porque interrumpí la danza.
Cuento de la tradición jasídica.
domingo, 16 de enero de 2011
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