Un día que Abu Nonas visitaba a un amigo, el techo empezó a crujir.
— ¿Qué es eso? —preguntó.
— No temas, es el techo alabando al Señor.
En cuanto oyó estas palabras Abu Nonas salió de la casa.
— ¿A dónde vas? —le preguntó el amigo.
— Temo que aumente su devoción —contestó Abu Nonas— y que se prosterne conmigo adentro.
Cuento de Nozhat el Djallas.
jueves, 27 de enero de 2011
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