— Toda palabra y toda imagen que se emplee para referirse a Dios tienen más de falseamiento que de descripción.
— Entonces, ¿cómo puede hablarse de Dios?
— Por medio del silencio.
— Y si es así, ¿por qué hablas tú con palabras?
El Maestro no pudo evitar reírse con todas sus ganas, y dijo:
— Cuando yo hablo, no debes escuchar las palabras. Escucha el silencio.
Cuento de Anthony de Mello.
domingo, 9 de enero de 2011
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