En la oscuridad de su laboratorio, el alquimista arrojó un líquido verdoso sobre los demás ingredientes del crisol. Luego de una explosión, en el fondo del recipiente apareció un minúsculo ratón blanco, húmedo y tembloroso.
— ¡Criatura despreciable! —gritó el alquimista—. ¡No eres digno de mi genio!
— Tú tampoco— musitó el roedor. Y lo fulminó con un pequeño movimiento de sus bigotes.
Cuento de Graciela Pérez Aguilar.
lunes, 10 de enero de 2011
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1 comentario:
Guau!! Muy buen micro, Graciela!
Hoy vengo leyendo finales excelentes ;)
Jeve
Jeve y Ruma
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