Un asceta muy delgado por sus ayunos llegó cierto día a la plaza de un pueblo. Se sentó a la sombra de un árbol, sacó de su humilde bolsa un pedazo de pan, y empezó a comerlo lentamente.
Entonces, un perro famélico, que era puro huesos, se le acercó y lo miró. Sin decir nada, el monje comenzó a alimentarlo, de manera que le daba un pedazo al perro, y luego tomaba otro para sí.
Los que pasaban por allí, se reían al ver la escena, hasta que uno se acercó y le preguntó por qué despilfarraba de ese modo su comida.
El asceta, sin dejar de dar de comer al perro, le dijo:
—Brahma da de comer a Brahma: por lo tanto, ¿de qué te sorprendes, oh Brahma?
Cuento de la tradición hindú.
lunes, 11 de abril de 2011
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