Un pobre hombre vino a pedirle al maestro Eisai dinero para comer.
Eisai buscó por todo el templo pero no encontró ni una sola moneda. Entonces, quitó la aureola de oro de la estatua de Buda y se la dio. Muchos monjes, escandalizados por su conducta, le dijeron:
—¡Irá al infierno por haber hecho eso!
Pero Eisai les contestó:
—No me importa.
Cuento de la tradición budista zen.
martes, 5 de abril de 2011
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