Un naturalista vino desde muy lejos a ver al Baal Shem Tov y le dijo:
—Mis investigaciones demuestran que, en el devenir de la naturaleza, el Mar Rojo iba a dividirse a la misma hora en que los hijos de Israel lo atravesaron. Entonces, ¿qué hay del famoso milagro?
El Baal Shem Tov le respondió:
—¿No sabes que la naturaleza es obra de Dios? El la hizo de tal modo que, a la hora en que los hijos de Israel atravesaron el Mar Rojo, éste tenía que dividirse. Ese es el grande y famoso milagro.
Cuento de la tradición jasídica.
sábado, 30 de abril de 2011
viernes, 29 de abril de 2011
Consejo sufí
—No intentes convencer a un estudiante si lo ves con aspecto incrédulo durante una de tus lecciones —le dijo un maestro sufí a uno de sus ayudantes.
—¿Por qué no? —preguntó éste.
—Porque puede que sea el único que verdaderamente te está escuchando.
Cuento de la tradición sufí.
—¿Por qué no? —preguntó éste.
—Porque puede que sea el único que verdaderamente te está escuchando.
Cuento de la tradición sufí.
jueves, 28 de abril de 2011
“No me tientes”
Un monje le preguntó a Zhaozhou:
—¿Qué es lo espiritual?
—Un charco de orina en la Tierra Pura —respondió Zhaozhou
—Te estoy pidiendo que me lo reveles —dijo el monje
—No me tientes —finalizó el maestro.
Cuento de la tradición budista zen.
—¿Qué es lo espiritual?
—Un charco de orina en la Tierra Pura —respondió Zhaozhou
—Te estoy pidiendo que me lo reveles —dijo el monje
—No me tientes —finalizó el maestro.
Cuento de la tradición budista zen.
miércoles, 27 de abril de 2011
Discusión zen
Cuando el maestro Huizhong fue invitado para discutir con otro monje, simplemente llegó, se sentó en una silla y se mantuvo en silencio. Entonces, su interlocutor le dijo:
—Por favor, proponga su tesis para que yo pueda argumentar.
—Ya he propuesto mi tesis —replicó Huizong.
—¿Cuál es? —preguntó el monje.
—Veo que está más allá de su comprensión —dijo el maestro. Y, acto seguido, se levantó de la silla y se fue.
Cuento de la tradición budista zen.
—Por favor, proponga su tesis para que yo pueda argumentar.
—Ya he propuesto mi tesis —replicó Huizong.
—¿Cuál es? —preguntó el monje.
—Veo que está más allá de su comprensión —dijo el maestro. Y, acto seguido, se levantó de la silla y se fue.
Cuento de la tradición budista zen.
martes, 26 de abril de 2011
El ciempiés inmóvil
Un ciempiés vivía tranquilo y contento hasta que un sapo le preguntó:
—¿En qué orden mueves los pies cuando caminas?
El ciempiés comenzó a pensar en el tema, a hacer pruebas y a confundirse hasta que, al final, se quedó completamente inmóvil.
Cuento de origen desconocido.
—¿En qué orden mueves los pies cuando caminas?
El ciempiés comenzó a pensar en el tema, a hacer pruebas y a confundirse hasta que, al final, se quedó completamente inmóvil.
Cuento de origen desconocido.
lunes, 25 de abril de 2011
Compartir las berenjenas
Nasrudín y un amigo fueron a un restaurante y, para economizar, decidieron compartir un plato de berenjenas. Pero, antes de pedirlas, discutieron fuertemente sobre si debían ser rellenas o fritas.
Al final, cansado y hambriento, Nasrudín cedió y pidieron berenjenas rellenas.
De pronto, mientras esperaban la comida, su acompañante sufrió un colapso y se desmayó. Nasrudín se levantó con rapidez del asiento.
—¿ Vas a buscar un médico? —le preguntó alguien desde una mesa próxima.
— No, tonto —gritó el mullah—. Voy a ver si no es demasiado tarde para cambiar el pedido.
Cuento de la tradición sufí.
Al final, cansado y hambriento, Nasrudín cedió y pidieron berenjenas rellenas.
De pronto, mientras esperaban la comida, su acompañante sufrió un colapso y se desmayó. Nasrudín se levantó con rapidez del asiento.
—¿ Vas a buscar un médico? —le preguntó alguien desde una mesa próxima.
— No, tonto —gritó el mullah—. Voy a ver si no es demasiado tarde para cambiar el pedido.
Cuento de la tradición sufí.
domingo, 24 de abril de 2011
Inmunización
Para sorpresa de todos, al Maestro no parecía producirle demasiado entusiasmo la educación religiosa de los niños.
Cuando le preguntaron la razón de ello, respondió:
—Vacunadlos de pequeños y les impediréis contagiarse cuando crezcan.
Cuento de Anthony de Mello.
Cuando le preguntaron la razón de ello, respondió:
—Vacunadlos de pequeños y les impediréis contagiarse cuando crezcan.
Cuento de Anthony de Mello.
sábado, 23 de abril de 2011
Sorprenderse a sí mismo
Bedar, el sereno, encontró en plena noche a Nasrudín tratando de abrir desde el jardín la ventana de su propio dormitorio.
—¿ Qué estás haciendo, mullah? ¿Te quedaste afuera?
—¡No hagas ruido! Dicen que camino dormido. Estoy tratando de sorprenderme a mí mismo y de saber si es cierto.
Cuento de la tradición sufí.
—¿ Qué estás haciendo, mullah? ¿Te quedaste afuera?
—¡No hagas ruido! Dicen que camino dormido. Estoy tratando de sorprenderme a mí mismo y de saber si es cierto.
Cuento de la tradición sufí.
viernes, 22 de abril de 2011
Profecía
—Quisiera poder llegar a enseñar la verdad.
—¿Estarías dispuesto a ser ridiculizado e ignorado y a pasar hambre hasta los cuarenta y cinco años?
— Lo estoy. Pero dime qué ocurrirá cuando haya cumplido los cuarenta y cinco años?
—Que ya te habrás acostumbrado a ello.
Cuento de Anthony de Mello.
—¿Estarías dispuesto a ser ridiculizado e ignorado y a pasar hambre hasta los cuarenta y cinco años?
— Lo estoy. Pero dime qué ocurrirá cuando haya cumplido los cuarenta y cinco años?
—Que ya te habrás acostumbrado a ello.
Cuento de Anthony de Mello.
jueves, 21 de abril de 2011
El coco
Un mono arrojó un coco sobre la cabeza de un sufí.
El hombre lo recogió, bebió su agua, comió su pulpa y se hizo una escudilla con la cáscara.
Cuento de la tradición sufí.
El hombre lo recogió, bebió su agua, comió su pulpa y se hizo una escudilla con la cáscara.
Cuento de la tradición sufí.
miércoles, 20 de abril de 2011
Necesidad
El místico judío Baal Shem Tov tenía una curiosa forma de orar a Dios. Decía:
— Recuerda, Señor, que Tú tienes tanta necesidad de mí como yo de Ti. Si Tú no existieras, ¿a quién iba yo a orar? Y si yo no existiera, ¿quién iba a orarte a Ti?
Cuento de la tradición jasídica.
— Recuerda, Señor, que Tú tienes tanta necesidad de mí como yo de Ti. Si Tú no existieras, ¿a quién iba yo a orar? Y si yo no existiera, ¿quién iba a orarte a Ti?
Cuento de la tradición jasídica.
martes, 19 de abril de 2011
La coz de un asno
Habiéndole propinado alguien un puntapié, Sócrates aguantó la afrenta sin tomarse desquite alguno. Como algunos lo instaran a emprender medidas contra el agresor, Sócrates les dijo:
—¿Cómo voy a demandarlo ante la justicia? ¿Acaso denunciarían ustedes a un asno que les hubiera dado una coz?
Cuento tomado del libro “La sonrisa de Voltaire”, de Pedro González Calero.
—¿Cómo voy a demandarlo ante la justicia? ¿Acaso denunciarían ustedes a un asno que les hubiera dado una coz?
Cuento tomado del libro “La sonrisa de Voltaire”, de Pedro González Calero.
lunes, 18 de abril de 2011
Caber dentro de una palabra
Se cuenta que cierta vez el rabí de Kobrin les dijo a sus discípulos:
—Una persona tiene que estar toda entera dentro de cada palabra que pronuncia.
Y uno de sus discípulos le preguntó:
—¿Cómo puede una persona caber dentro de una palabra?
—Cualquiera que se sienta más grande que una palabra —respondió el rabí— no es la clase de persona de la que estoy hablando.
Cuento de la tradición jasídica.
—Una persona tiene que estar toda entera dentro de cada palabra que pronuncia.
Y uno de sus discípulos le preguntó:
—¿Cómo puede una persona caber dentro de una palabra?
—Cualquiera que se sienta más grande que una palabra —respondió el rabí— no es la clase de persona de la que estoy hablando.
Cuento de la tradición jasídica.
domingo, 17 de abril de 2011
Tener y dar
Una vez, un sufí le preguntó a un aspirante a discípulo:
—Si tuvieses una casa, ¿la donarías para el Trabajo Sufí?
—Sí —respondió el aspirante.
—¿Abandonarías a tu familia, si tuvieses familia, y seguirías el Sendero de la Verdad?
—Con toda seguridad.
—¿Y si tuvieses dos camisas, ¿donarías una de las dos para la Causa?
—¡Por supuesto que no!
—¿Por qué no?
—¡Porque sí tengo dos camisas!
Cuento de la tradición sufí.
—Si tuvieses una casa, ¿la donarías para el Trabajo Sufí?
—Sí —respondió el aspirante.
—¿Abandonarías a tu familia, si tuvieses familia, y seguirías el Sendero de la Verdad?
—Con toda seguridad.
—¿Y si tuvieses dos camisas, ¿donarías una de las dos para la Causa?
—¡Por supuesto que no!
—¿Por qué no?
—¡Porque sí tengo dos camisas!
Cuento de la tradición sufí.
jueves, 14 de abril de 2011
La naturaleza de un asno
El maestro Muhak recibió cierto día la visita de un rey, a quien conocía desde tiempo atrás. Este le dijo que hacía mucho que no se reía y le rogó que bromearan un rato.
—De acuerdo —dijo Muhak—, empezad vos.
El rey comenzó a burlarse del maestro diciéndole que no valía más que un asno apaleado. Muhak, sin embargo, dijo que el rey le recordaba a Buda al pie del árbol de la iluminación.
—¿Y dónde está la gracia —preguntó el rey—. Yo te comparo con un asno apaleado y tú me igualas nada menos que con Buda.
—La gracia está en que lo propio de un asno es ver asnos en todas partes, mientras que lo propio de Buda es ver en todo la naturaleza de Buda.
Cuento de la tradición budista.
—De acuerdo —dijo Muhak—, empezad vos.
El rey comenzó a burlarse del maestro diciéndole que no valía más que un asno apaleado. Muhak, sin embargo, dijo que el rey le recordaba a Buda al pie del árbol de la iluminación.
—¿Y dónde está la gracia —preguntó el rey—. Yo te comparo con un asno apaleado y tú me igualas nada menos que con Buda.
—La gracia está en que lo propio de un asno es ver asnos en todas partes, mientras que lo propio de Buda es ver en todo la naturaleza de Buda.
Cuento de la tradición budista.
miércoles, 13 de abril de 2011
La tortura de la esperanza
Un rabino condenado a muerte por la Inquisición descubre que la puerta de su celda está abierta. Recorre los húmedos pasillos de las mazmorras sin encontrar vigilante alguno. Todas las cerraduras están abiertas. Logra salir a la intemperie, respira la fragancia de la libertad y cae de rodillas, agradeciendo su suerte. Es un hombre religioso: entiende que Dios lo ha liberado.
Al alzar la vista, descubre a una figura junto a él. El gran inquisidor ha llegado ahí para apresarlo. El rabino comprende que todas las fases de la jornada no eran más que un suplicio previsto, el de la esperanza.
Cuento de Juan Villoro, basado en un relato de Villiers de L’Isle-Adam.
Al alzar la vista, descubre a una figura junto a él. El gran inquisidor ha llegado ahí para apresarlo. El rabino comprende que todas las fases de la jornada no eran más que un suplicio previsto, el de la esperanza.
Cuento de Juan Villoro, basado en un relato de Villiers de L’Isle-Adam.
martes, 12 de abril de 2011
Las lecciones del gato
Dijo aquel gato:
—¡No vale la pena esforzarse en enseñar a los conejos! Aquí me tenéis, ofreciendo lecciones muy baratas sobre el modo de atrapar ratones ¡y no hay un solo conejo que las quiera!
Cuento de la tradición sufí.
—¡No vale la pena esforzarse en enseñar a los conejos! Aquí me tenéis, ofreciendo lecciones muy baratas sobre el modo de atrapar ratones ¡y no hay un solo conejo que las quiera!
Cuento de la tradición sufí.
lunes, 11 de abril de 2011
Todo es Brahma
Un asceta muy delgado por sus ayunos llegó cierto día a la plaza de un pueblo. Se sentó a la sombra de un árbol, sacó de su humilde bolsa un pedazo de pan, y empezó a comerlo lentamente.
Entonces, un perro famélico, que era puro huesos, se le acercó y lo miró. Sin decir nada, el monje comenzó a alimentarlo, de manera que le daba un pedazo al perro, y luego tomaba otro para sí.
Los que pasaban por allí, se reían al ver la escena, hasta que uno se acercó y le preguntó por qué despilfarraba de ese modo su comida.
El asceta, sin dejar de dar de comer al perro, le dijo:
—Brahma da de comer a Brahma: por lo tanto, ¿de qué te sorprendes, oh Brahma?
Cuento de la tradición hindú.
Entonces, un perro famélico, que era puro huesos, se le acercó y lo miró. Sin decir nada, el monje comenzó a alimentarlo, de manera que le daba un pedazo al perro, y luego tomaba otro para sí.
Los que pasaban por allí, se reían al ver la escena, hasta que uno se acercó y le preguntó por qué despilfarraba de ese modo su comida.
El asceta, sin dejar de dar de comer al perro, le dijo:
—Brahma da de comer a Brahma: por lo tanto, ¿de qué te sorprendes, oh Brahma?
Cuento de la tradición hindú.
domingo, 10 de abril de 2011
La elección
Cierta vez, el rabí Najum les dijo a sus discípulos:
—Si todos pudiéramos colgar nuestras penas en un árbol y luego nos permitieran elegir las que preferimos, cada uno retomaría las suyas, porque las ajenas le parecerían más difíciles de soportar.
Cuento de la tradición jasídica.
—Si todos pudiéramos colgar nuestras penas en un árbol y luego nos permitieran elegir las que preferimos, cada uno retomaría las suyas, porque las ajenas le parecerían más difíciles de soportar.
Cuento de la tradición jasídica.
sábado, 9 de abril de 2011
Sensibilidad
—¿Cómo puedo experimentar mi unidad con la creación? —preguntó el discípulo.
—Escuchando —respondió el Maestro.
—¿Y cómo debo escuchar?
—Siendo un oído que presta atención a la cosa más mínima que el universo nunca deja de decir. En el momento en que oigas algo que tú mismo estás diciendo, detente.
Cuento de Anthony de Mello.
—Escuchando —respondió el Maestro.
—¿Y cómo debo escuchar?
—Siendo un oído que presta atención a la cosa más mínima que el universo nunca deja de decir. En el momento en que oigas algo que tú mismo estás diciendo, detente.
Cuento de Anthony de Mello.
viernes, 8 de abril de 2011
El trueque
Una vez, en el cruce de un camino, un Poeta pobre encontró a un rico Estúpido, y conversaron. Y todo lo que decían revelaba el descontento de ambos.
Entonces el Ángel del Camino se acercó y posó su mano sobre el hombro de los dos hombres. Y, créanlo, un milagro se produjo; ambos intercambiaron sus posesiones.
Y se alejaron. Pero, cosa difícil de relatar, el Poeta miró y encontró sólo arena seca en sus manos; y el Estúpido cerró los ojos y sintió nada más que nubes en su corazón.
Cuento de Gibran Khalil Gibran.
Entonces el Ángel del Camino se acercó y posó su mano sobre el hombro de los dos hombres. Y, créanlo, un milagro se produjo; ambos intercambiaron sus posesiones.
Y se alejaron. Pero, cosa difícil de relatar, el Poeta miró y encontró sólo arena seca en sus manos; y el Estúpido cerró los ojos y sintió nada más que nubes en su corazón.
Cuento de Gibran Khalil Gibran.
jueves, 7 de abril de 2011
Actuar del modo correcto
Cierta vez, un aldeano le dijo a un maestro budista:
—Siempre que voy al mercado a vender mis productos, hay un comerciante que intenta humillarme. Hace unos días, no pude soportar más el modo en que me trataba y acabé golpeándole en la cabeza con mi bastón. Saber que mi corazón alberga tanto odio me llena de vergüenza.
—Actuaste de modo equivocado al odiarlo —dijo el maestro sonriendo—. La próxima vez que ese hombre desprecie tu trabajo, procura llenar de bondad tu corazón. Y vuelve a golpearle la cabeza con el bastón, pues parece que solo entiende ese idioma.
Cuento de la tradición budista.
—Siempre que voy al mercado a vender mis productos, hay un comerciante que intenta humillarme. Hace unos días, no pude soportar más el modo en que me trataba y acabé golpeándole en la cabeza con mi bastón. Saber que mi corazón alberga tanto odio me llena de vergüenza.
—Actuaste de modo equivocado al odiarlo —dijo el maestro sonriendo—. La próxima vez que ese hombre desprecie tu trabajo, procura llenar de bondad tu corazón. Y vuelve a golpearle la cabeza con el bastón, pues parece que solo entiende ese idioma.
Cuento de la tradición budista.
miércoles, 6 de abril de 2011
La abeja y el néctar
Tras un largo y crudo invierno, la abeja encontró un enorme campo lleno de flores.
Tres días después exclamó:
—No puedo descubrir qué ha pasado con este néctar… ¡¡se ha vuelto tan soso!!
Cuento de la tradición sufí.
Tres días después exclamó:
—No puedo descubrir qué ha pasado con este néctar… ¡¡se ha vuelto tan soso!!
Cuento de la tradición sufí.
martes, 5 de abril de 2011
“No me importa”
Un pobre hombre vino a pedirle al maestro Eisai dinero para comer.
Eisai buscó por todo el templo pero no encontró ni una sola moneda. Entonces, quitó la aureola de oro de la estatua de Buda y se la dio. Muchos monjes, escandalizados por su conducta, le dijeron:
—¡Irá al infierno por haber hecho eso!
Pero Eisai les contestó:
—No me importa.
Cuento de la tradición budista zen.
Eisai buscó por todo el templo pero no encontró ni una sola moneda. Entonces, quitó la aureola de oro de la estatua de Buda y se la dio. Muchos monjes, escandalizados por su conducta, le dijeron:
—¡Irá al infierno por haber hecho eso!
Pero Eisai les contestó:
—No me importa.
Cuento de la tradición budista zen.
lunes, 4 de abril de 2011
Contradicciones
—He hallado dos afirmaciones de nuestra doctrina que se contradicen entre sí, ¿cuál deberé elegir? —le preguntó el discípulo al maestro.
—Se contradicen únicamente si las consideras por separado —repuso el maestro—. Si palmeas tus manos y sólo observas el movimiento de cada una, creerás que se oponen. No habrás percibido lo que ocurre realmente. La oposición de ambas palmas tiene como único objeto producir un aplauso.
Cuento de la tradición sufí.
—Se contradicen únicamente si las consideras por separado —repuso el maestro—. Si palmeas tus manos y sólo observas el movimiento de cada una, creerás que se oponen. No habrás percibido lo que ocurre realmente. La oposición de ambas palmas tiene como único objeto producir un aplauso.
Cuento de la tradición sufí.
domingo, 3 de abril de 2011
Una respuesta de Humanyun Adil
Humanyun Adil oyó decir a alguien:
—Si la disertación de ese maestro tuviese más sustancia, más densidad, ¡cuánto más útil sería!
Inmediatamente, Humanyun Adil exclamó:
—Eso me recuerda a aquel hombre que encontró un manuscrito sabio de cuatro páginas y lamentó cada espacio en blanco, pensando que de ese modo se desperdiciaba el papel. De pronto, mágicamente, la tinta se extendió más allá de las letras y las cuatro páginas quedaron totalmente negras.
Cuento de la tradición sufí.
—Si la disertación de ese maestro tuviese más sustancia, más densidad, ¡cuánto más útil sería!
Inmediatamente, Humanyun Adil exclamó:
—Eso me recuerda a aquel hombre que encontró un manuscrito sabio de cuatro páginas y lamentó cada espacio en blanco, pensando que de ese modo se desperdiciaba el papel. De pronto, mágicamente, la tinta se extendió más allá de las letras y las cuatro páginas quedaron totalmente negras.
Cuento de la tradición sufí.
sábado, 2 de abril de 2011
El espejo
Solea el sol y se lleva los restos de sombra que ha dejado la noche. Los carros de caballos recogen, puerta por puerta, la basura. En el aire tiende la araña sus hilos de baba.
El Tornillo camina las calles de Melo. En el pueblo lo tienen por loco. EL lleva un espejo en la mano y se mira con el ceño fruncido. No quita los ojos del espejo.
—¿Qué haces, Tornillo?
—Aquí —dice—. Controlando al enemigo.
Cuento de Eduardo Galeano.
El Tornillo camina las calles de Melo. En el pueblo lo tienen por loco. EL lleva un espejo en la mano y se mira con el ceño fruncido. No quita los ojos del espejo.
—¿Qué haces, Tornillo?
—Aquí —dice—. Controlando al enemigo.
Cuento de Eduardo Galeano.
viernes, 1 de abril de 2011
Sócrates 3
Cuando Sócrates estaba en la cárcel, ya condenado a muerte, su mujer, Xantipa, fue a visitarlo. Y a pesar de la forma poco afectuosa en que lo había tratado siempre, se echó a llorar. Entonces, Sócrates le dijo:
—No llores, todos estamos condenados a muerte por la naturaleza.
—Pero a ti te han condenado injustamente.
—¿Es que te parecería menos lamentable que me hubiesen condenado justamente?
—No llores, todos estamos condenados a muerte por la naturaleza.
—Pero a ti te han condenado injustamente.
—¿Es que te parecería menos lamentable que me hubiesen condenado justamente?
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