Nasrudín, necesitado de dinero, decidió fabricar yogurt y venderlo.
Debido a su inexperiencia, muy poco alimento resultó utilizable. Tomó entonces un jarro, lo llenó de barro y colocó encima una capa delgada de yogurt.
Luego, se dirigió al mercado y se lo ofreció a un amigo que tenía un almacén.
Este, antes de pagarle, optó por probar la mercadería: tomó una cuchara, revolvió el yogurt y al instante el barro salió a relucir.
— ¡Pero Nasrudín! —exclamó el comerciante sorprendido—. Debajo de esta fina capa de delicioso yogurt hay un barro infecto.
— Es habitual —dijo el mullah—, siempre que se revuelve algo delicioso por arriba puede encontrarse una sorpresa desagradable por abajo.
Cuento de la tradición sufí.
viernes, 25 de septiembre de 2009
No revuelvas demasiado el yogurt
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