Un hombre llegó con una bolsa de trigo a un molino y, viendo allí bolsas de harina, vació la suya y empezó a llenarla con esa molienda. El molinero, al verlo, le dijo:
— ¿Se puede saber qué haces?
— Soy un hombre imbécil —replicó—, así que actúo según mi pobre juicio.
— Si eres tan imbécil, ¿por qué no tomas trigo de tu propia bolsa y lo pones en las bolsas de los demás? —preguntó el molinero.
— Porque soy un imbécil común. Para hacer eso debería ser un gran imbécil.
Cuento tomado del libro “Los 120 mejores cuentos de las tradiciones espirituales de Oriente”.
martes, 8 de septiembre de 2009
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