Un pastor se encuentra con un lobo.
—¡Qué hermosa dentadura tiene usted, señor lobo!— le dice.
—¡Oh!— responde el lobo —. Mi dentadura no vale gran cosa, pues es una dentadura postiza.
—Confesión por confesión, entonces— dice el pastor—; si su dentadura es postiza, yo puedo confesarle que no soy pastor: soy oveja.
Cuento de Braulio Arenas.
viernes, 27 de mayo de 2011
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