Samuel Taylor Coleridge soñó que recorría el Paraíso y que un ángel le daba una flor como prueba de que había estado allí.
Cuando Coleridge despertó y se encontró con esa flor en la mano, comprendió que la flor era del Infierno y que se la dieron nada más que para enloquecerlo.
Cuento de Enrique Anderson Imbert.
miércoles, 16 de febrero de 2011
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