Cuando Yu Li-si abandonó la capital para regresar a su pueblo natal, el primer ministro puso un funcionario a su disposición para que lo acompañara y le dijo:
—Elige para tu viaje el barco del gobierno que más te agrade.
El día de la partida, Yu Li-si fue el primero en llegar al embarcadero. Había allí varios miles de embarcaciones amarradas a lo largo de la ribera. Todo esfuerzo para reconocer los barcos del gobierno le resultó inútil. Cuando llegó el funcionario que debía acompañarlo, le preguntó:
—¡Aquí hay tantos barcos! ¿Cómo distinguir los del gobierno?
—Nada más fácil —contestó el funcionario—. Aquellos que tienen el toldo agujereado, los remos quebrados y las velas rasgadas, son todos barcos del gobierno.
Yu Li-si levantó sus ojos al cielo y suspirando se dijo a sí mismo: "No es de extrañar que el pueblo sea tan miserable. ¡El emperador seguramente también lo considera como propiedad del gobierno!"
Cuento anónimo chino.
lunes, 28 de febrero de 2011
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