Nasrudín entró en casa de su vecino y le dijo:
— ¿Podrías darme unas cuantas monedas? Estoy recogiendo dinero para un hombre pobre que tiene muchas deudas.
El vecino, que era una buena persona, le dio unas monedas y le dijo:
— Tienes buenos sentimientos Nasrudín. Y dime, ¿quién es ese pobre hombre?
— Soy yo — contestó el mullah.
Pasaron unos meses y Nasrudín volvió a casa de su vecino quien, al verlo, le preguntó:
— Qué, ¿vienes a buscar más dinero para un pobre hombre que tiene deudas?
— Eso mismo.
— Y, naturalmente, ese infeliz debes de ser tú otra vez...
— No — dijo el mullah —. Es un carpintero que se quedó sin trabajo y se llama Tumart.
El buen vecino metió la mano en el bolsillo y sacó unas monedas mientras le preguntaba:
— ¿Cómo es que te dedicas a buscar dinero para otra persona?
— Porque el carpintero me debe el dinero a mí.
Cuento de la tradición sufí.
martes, 18 de agosto de 2009
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