Una noche de tormenta, estaba un obispo cristiano en su catedral cuando se le acercó una mujer pagana y le dijo:
— Yo no soy cristiana. ¿Me salvaré del fuego del infierno o estoy condenada a él?
El obispo la miró y le respondió:
— Imposible. Sólo se salvan los bautizados en el agua y en el espíritu.
Y mientras pronunciaba esas palabras, un rayo cayó con estruendo sobre la catedral, y esta fue invadida por el fuego.
Los hombres de la ciudad llegaron corriendo y lograron salvar a la mujer, pero el obispo, alimento del fuego, se consumió hasta desaparecer.
Cuento de Gibran Khalil Gibran.
miércoles, 26 de agosto de 2009
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