Un hombre se encontró en su camino con un antiguo amigo. Este tenía un poder sobrenatural que le permitía hacer milagros.
Como el hombre se quejara de sus dificultades económicas, el amigo tocó con el dedo un ladrillo que, de inmediato, se convirtió en oro. Se lo ofreció al quejoso, pero éste se lamentó de que eso era muy poco.
El hacedor de milagros tocó un león de piedra que se convirtió en oro macizo y lo agregó al ladrillo. El amigo insistió en que ambos regalos eran poca cosa.
— ¿Qué más deseas, pues? — le preguntó sorprendido.
— ¡Quisiera tu dedo! — contestó el otro
Cuento de origen desconocido.
sábado, 1 de agosto de 2009
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