Un fanático ingresó al monasterio para averiguar de qué clase de luz tenía aún necesidad.
— La luz que todavía necesitas — le dijo el Maestro — es la que te permita conocer la diferencia entre un amante y un fanático. El amante toma parte en una sinfonía.
— ¿Y el fanático?
— El fanático sólo oye el sonido de su propio tambor — dijo el Maestro.
Cuento de Anthony de Mello.
domingo, 30 de agosto de 2009
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