Cierta vez, un hombre fue perseguido por varios malhechores que querían matarlo. El fugitivo ingresó a una cueva. Los hombres empezaron a buscarlo por las cuevas anteriores a la suya. Desesperado, elevó una plegaria a Dios:
— Dios todopoderoso, haz que dos ángeles bajen y tapen la entrada, para que no entren a matarme.
En ese momento, escuchó que los hombres se acercaban y vio que aparecía en su cueva una pequeña araña. La arañita empezó a tejer una tela en la entrada.
— Señor, te pedí ángeles, no una araña — Cerró los ojos y continuó su plegaria —. Por favor, con tu mano poderosa coloca un muro fuerte para que los hombres no puedan entrar.
Abrió los ojos, esperando ver el muro que había pedido. En cambio, vio a la a la arañita, que continuaba con su tela.
Los malhechores ya ingresaban en la cueva anterior a la del fugitivo y éste se dispuso a esperar su muerte.
Cuando los hombres llegaron ante su cueva, la arañita había tapado toda la entrada. Entonces, el fugitivo escuchó este diálogo:
— Vamos, Entremos a esta cueva.
— No. ¿No ves que hasta hay telarañas? Nadie ha entrado aquí en mucho tiempo. Sigamos buscando.
Cuento de origen desconocido.
viernes, 3 de julio de 2009
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1 comentario:
muchas veces pedimos cosas extraordinarias para nuestras vidas y nuestra proteccion, mas las cosas simples y sencillas, son las que le dan mas significado a nuestra vida, y son las que nos pueden sacar de apuros
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