Un día, mientras caminaba, un hombre se topó con un feroz tigre. Corrió tan rápido como pudo, pero pronto llegó al borde de un acantilado. Desesperado por salvarse, se trepó por un arbusto de moras y quedó colgando de una rama sobre el fatal precipicio.
Mientras estaba ahí colgado, dos ratones aparecieron por un agujero del acantilado y empezaron a roer la rama. De pronto, el hombre vio un racimo de moras. Las arrancó y se las llevó a la boca. ¡Estaban increíblemente deliciosas!
Cuento de la tradición budista zen
martes, 6 de enero de 2009
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