Había una vez un gato miserable, apaleado por los aldeanos y que vagaba por el campo, a punto de morir de hambre. En ese estado se hallaba cuando lo encontró un león, que lo invitó a compartir su cueva y a alimentarse de las sobras de sus opíparos banquetes.
Pero esta invitación no estaba inspirada por el altruismo ni por la solidaridad sino, sencillamente, porque al león le molestaba un ratoncito que vivía en algún rincón de su madriguera. Cuando el rey de la selva dormía, el ratón salía y le roía la melena.
La presencia del gato en la cueva bastó para mantener al roedor a raya y así vivieron tranquilos y felices por un tiempo. Pero cierto día, el gato cometió el error fatal de atrapar al ratón y comérselo. Al desaparecer el ratón, desapareció también el favor del león. El rey de los animales devolvió a su eficaz servidor al campo, donde tuvo que enfrentar nuevamente el hambre y los palos de los campesinos.
Cuento de origen desconocido
jueves, 8 de enero de 2009
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