Nasrudín conversaba con un amigo, quien le preguntó:
— Entonces, ¿nunca pensaste en casarte?
— Sí pensé — respondió Nasrudín —. En mi juventud, resolví buscar a la mujer perfecta. Crucé el desierto, llegué a Damasco y conocí a una mujer muy espiritual y linda; pero ella no sabía nada de las cosas de este mundo. Continué viajando y fui a Isfahan; allí encontré a una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita. Entonces resolví ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita, religiosa y conocedora de la realidad material.
— ¿Y por qué no te casaste con ella?
— ¡Ah, compañero mío! Lamentablemente, ella también quería un hombre perfecto.
Cuento de la tradición sufí
martes, 13 de enero de 2009
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1 comentario:
Nadie es perfecto.
Me reí con tu cuento.
Mi esposo dice que si yo fuera muda, sería pefecta para él.
Debería escribir acerca de eso ??
Un saludo.
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