Un hombre les decía a sus amigos en una casa de té:
— Le presté a alguien una moneda de plata, y no tengo testigos. Ahora me preocupa que niegue haber recibido alguna vez algo de mí.
Los amigos lo compadecían, pero un sufí que estaba sentado en una esquina levantó la cabeza de entre sus rodillas y dijo:
— Invítalo y menciónale en una conversación delante de estas personas que le prestaste veinte monedas de oro.
— ¡Pero yo sólo le presté una moneda!
— Eso es exactamente lo que gritará — replicó el sufí —. Y todo el mundo lo oirá. Tú querías testigos, ¿no es verdad?
Cuento de la tradición sufí tomado de “La sabiduría de los idiotas”, de Idries Shah
miércoles, 28 de enero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
El sufí era seguramente abogado.
Pero esta era una causa justa.
Cuento genial.
Un saludo.
Publicar un comentario