Un hombre le preguntó al Señor acerca del cielo y el infierno. Entonces, el Señor le dijo: "Ven, te mostraré el infierno".
Entraron en una habitación donde un grupo de personas se encontraba sentado alrededor de una enorme olla de guisado. Todos estaban desesperados y muertos de hambre. Cada persona sostenía una cuchara que tocaba la olla, pero cada cuchara tenía un mango mucho más largo que su propio brazo, de tal manera que no podía utilizarse para llevar el guisado a sus bocas. El sufrimiento era terrible.
Después de un rato, el Señor dijo: "Ven, ahora te mostraré el cielo". Entraron en otra habitación, idéntica a la primera (la olla de guisado, el grupo de personas, las mismas cucharas con mango largo). Sin embargo, allí todos estaban felices y bien alimentados.
"No comprendo", dijo el hombre. "Si todo es igual, ¿por qué están felices aquí y en la otra habitación se sienten miserables?"
El Señor respondió sonriendo: “Ah, es sencillo. Aquí aprendieron a alimentarse mutuamente".
Cuento de origen desconocido
sábado, 3 de enero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario