En una región remota de China había un hermoso valle donde crecía un árbol magnífico. Cierto día, pasó por allí un mago que quedó cautivado por él y, de una de sus ramas, hizo un arpa.
El hechicero regaló el instrumento al emperador, pero ninguno de sus músicos fue capaz de tocarlo. Por ello, el soberano mandó llamar al más famoso ejecutante de China, que vivía retirado en las montañas. El maestro Peiwo contempló largo rato el arpa y empezó a cantar suavemente. De pronto, comenzaron a brotar de la madera unos sonidos extraordinarios que acompañaron la voz del músico.
—¿Cómo pudiste lograr lo que ninguno de mis ejecutantes pudo? —preguntó el emperador admirado.
—Le hablé del árbol que la vio nacer, de la hierba que crecía a sus pies, de sus amigos los pájaros y del torrente de la luna sobre sus ramas.
Cuento de la tradición taoísta.
martes, 12 de julio de 2011
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1 comentario:
Precioso.
Una verdadera joya para alumbrar el espíritu.
Un abrazo.
Gracias.
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