Nasrudín estaba en Turquía visitando a un amigo. Una noche, se sentaron fuera, bajo el cielo estrellado. Enseguida, el mullah empezó a dar sonoras muestras de aprobación.
— Por qué haces “¡ooh!” y “¡aah!”? —preguntó el amigo.
—Estaba admirando tu cielo y me asombraba de la maestría de vuestros pintores de cielos. Han hecho una copia perfecta de las estrellas que tenemos en mi tierra natal.
Cuento de la tradición sufí.
miércoles, 27 de julio de 2011
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