Una aeronave a propulsión en cierta zona del territorio de Texas, un día brillante y soleado en medio de una colonia de perritos de las praderas. La parte superior del cohete se desatornilló, produciendo un ruido áspero y chirriante, y, arrastrándose, salió afuera un Ser del espacio. El Ser llevaba un rayo mortífero, un retorcedor de mentes, un amplificador del dolor y muchos otros ingeniosos instrumentos de guerra, tortura y destrucción. Babeó un líquido verdoso, y miró en derredor en busca de algo que matar.
Cuando un perrito se asomó fuera de su madriguera, la Cosa giró rápidamente sus tentáculos y emitió el cegador chorro de fuego de unas de sus armas, que redujo al perrito de las praderas a una nube de ceniza que quedó flotando en el aire. La Cosa burbujeó de alegría y empezó a buscar ansiosamente más pequeñas criaturas.
Pero, en ese momento, se abrieron dos escotillones muy bien camuflados en el suelo y de cada uno de ellos surgió un reluciente cañón electrónico, maniobrado por un equipo de perritos de las praderas en uniforme de campaña. Los dos cañones hicieron fuego a la vez sobre la Cosa y la aniquilaron.
— Ha sido muy oportuno estar preparados —dijo el capitán de los perritos de las praderas—. Pero hubiese jurado que los humanos serían los primeros en atacarnos.
Moraleja: “Infórmate sobre qué mosca aplastas”.
Cuento de Gahan Wilson.
martes, 26 de julio de 2011
El objeto del espacio exterior y los perritos de las praderas
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