Un león encontró a un grupo de gatos conversando. “Voy a devorarlos”, pensó. Pero comenzó a sentir una extraña calma. Y decidió sentarse cerca para escuchar lo que decían.
—¡Oh Dios —dijo uno de los gatos, sin notar la presencia del león—, te hemos rezado toda la tarde pidiendo que lloviesen ratones del cielo!
—¡Y hasta ahora no ha pasado nada! —dijo otro-. ¿Será que Dios no existe?
El cielo permaneció mudo. Y los gatos perdieron la fe.
El león se levantó y siguió su camino mientras pensaba, “Hay que ver como son las cosas: yo iba a matar a esos animales, pero Dios me lo impidió. Aun así, ellos perdieron la fe. Estaban tan preocupados con lo que les faltaba que ni se dieron cuenta de lo que recibían”.
Cuento de origen desconocido.
sábado, 2 de julio de 2011
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