—¡Oh, aldeanos! —gritaba Nasrudín mientras corría por las calles de su pueblo—. ¡He perdido mi asno! ¡Se lo daré a aquel que lo recupere!
—Tienes que estar loco para hacer eso —le dijeron algunos de los que presenciaban el extraño suceso.
—De ninguna manera —les contestó el mullah—. Deben saber que el placer de encontrar algo que perdimos es mayor que el de poseerlo.
Cuento de la tradición sufí.
martes, 19 de julio de 2011
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