Un monje entró a una casa de té mientras decía:
— Mi maestro me enseñó a propagar la palabra de que la humanidad nunca será feliz hasta que alguien que no ha sido ofendido se indigne ante una ofensa de igual modo que alguien a quien sí se ha ofendido.
La gente de la casa de té, se impresionó momentáneamente. Entonces, habló Nasrudín:
— Mi maestro me enseñó que nadie debe indignarse por nada hasta estar seguro de que aquello que le parece una ofensa es realmente una ofensa, ¡y no una bendición disfrazada!
Cuento de la tradición sufí.
jueves, 30 de diciembre de 2010
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