Había dos monjes que estudiaban en un seminario y a los dos les encantaba fumar. Su problema era: “¿Puedo fumar cuando estoy orando?”. No podían llegar a un acuerdo, de modo que cada uno de ellos acudió a consultar a su superior. Tiempo después, se volvieron a reunir, y un monje le preguntó al otro si su abad le había dicho que podía fumar.
— No. Me regañó mucho por el solo hecho de mencionarlo. ¿Qué te dijo tu abad?
— Mi abad estuvo encantado conmigo. Me dijo que no había problema. Pero, ¿tú qué le preguntaste?
— Le pregunté si podía fumar mientras rezaba.
— Bueno, ahí está la diferencia. Yo le pregunté: “¿Puedo rezar mientras fumo?”.
Cuento de origen desconocido.
lunes, 16 de agosto de 2010
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