Si las Santas Apóstolas hubieran escrito los Evangelios, ¿cómo sería la primera noche de la era cristiana?
San José, contarían las Apóstolas, estaba de mal humor. El era el único que tenía cara larga en aquel pesebre donde el niño Jesús, recién nacido, resplandecía en su cuna de paja. Todos sonreían: la Virgen María, los angelitos, los pastores, las ovejas, el buey, el asno, los magos venidos del Oriente y la estrella que los había conducido hasta Belén de Judea.
Todos sonreían, menos uno. San José, sombrío, murmuró:
— Yo quería una nena.
Cuento de Eduardo Galeano.
domingo, 8 de agosto de 2010
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