Nasrudín llevaba una carga de sal al mercado. Como el río estaba crecido, su burro se mojó y la sal que llevaba en las alforjas se disolvió. Al alcanzar la otra orilla, el burro estaba contentísimo por ver aligerada su carga, y se puso a corretear por el prado. Pero Nasrudín estaba enojado de veras.
Al día siguiente en que había mercado, Nasrudín cubrió las alforjas con algodón. El burro, recordando lo que había sucedido el día anterior, se metió en la parte más profunda, pero casi se ahogó por el peso del algodón mojado.
— Tranquilízate- le dijo Nasrudín —. Esto te enseña que no siempre que cruces el río vas a ganar tú.
Cuento de la tradición sufí
domingo, 30 de noviembre de 2008
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