Un hombre que se sentía orgullosísimo del césped de su jardín se encontró un buen día con que, en dicho césped, crecía una gran cantidad de "dientes de león". Y aunque trató de librarse de ellos por todos los medios, no pudo impedir que se convirtieran en una auténtica plaga.
Al fin, escribió al Ministerio de Agricultura, refiriendo todos los intentos que había hecho. Y concluía la carta preguntando:"¿Qué puedo hacer?".
Al poco tiempo, le llegó la respuesta:
— Le sugerimos que aprenda a amarlos.
Cuento tomado de una antigua edición de “Selecciones del Reader’s”
sábado, 29 de noviembre de 2008
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