Un beduino, que avanzaba sentado sobre un camello cargado con dos grandes bolsas, se encontró a un hombre y prosiguió el viaje con él. El hombre le preguntó:
—¿Qué lleva tu camello?
—En un lado, una bolsa llena de maíz y, en el otro lado, una llena de arena —contestó el beduino.
—¿Por qué?
—Para equilibrar mejor la carga.
—Sería mejor repartir el maíz entre las dos bolsas —observó el hombre—. De ese modo, la carga pesará menos.
Al beduino le sorprendió la inteligencia de aquel consejo.
-—¡Tienes toda la razón del mundo! Tu pensamiento es muy sutil.
Mientras seguían viaje, el camellero le preguntó, intrigado:
—¿Quién eres? Un hombre tan inteligente como tú tiene que ser... ¿sultán, visir?
— No, no soy nada.
— Pero ¿eres rico?
—No. Mira mis ropas.
— ¿Qué clase de comercio realizas? ¿Dónde está tu casa, tu tienda?
— No tengo ni tienda ni casa.
— ¿Y tus camellos? ¿Y tus cabras?
— No los tengo.
—Pero entonces, con una inteligencia como la tuya, ¿Qué tienes?
— No tengo nada de nada, ya te lo he dicho, no tengo ni un trozo de pan para comer. Mi ropa son estos andrajos.
—¡Baja de mi camello! —gritó el beduino—. ¡Aléjate! ¡Llévate lejos de mí tu peligrosa inteligencia, porque mi idiotez es muchísimo más útil!
Cuento de la tradición sufí.
jueves, 25 de agosto de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario