Cierta vez, los vecinos de Nasrudín corrieron a avisarle que su suegra había caído al río. Sin dudarlo un instante, el mullah se zambulló y comenzó a nadar contra la corriente.
—¡No! —le gritaron—. ¡Ve aguas abajo!
—¡Escuchen! —jadeó Nasrudín mientras continuaba nadando—. Conozco a la madre de mi mujer. Cuando todos los demás son arrastrados por la corriente, ella trata de llevarle la contraria.
Cuento de la tradición sufí.
viernes, 19 de agosto de 2011
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