jueves, 4 de diciembre de 2008

Amor a los pobres

Cuando Levi Izjak fue nombrado rabino de Berditschev, convino con los dirigentes de la comunidad en que no lo invitarían a las reuniones salvo que quisieran introducir una innovación de importancia en las costumbres.

En la primera asamblea a que lo llamaron preguntó:
— ¿Qué innovación proponen ustedes?
— Queremos — le explicaron — que los pobres no tengan que pedir limosna en las puertas de las casas. Pondremos una alcancía en la sinagoga para que las personas pudientes echen en ella sus óbolos, que se repartirán entre los necesitados.
— Hermanos míos — repuso el rabí —, les he pedido que no me distrajeran en mis estudios y que no me invitaran a las reuniones que ustedes celebran, a no ser por alguna innovación en los usos y costumbres de la comunidad.
— ¡Pero maestro, lo que le aconsejamos hoy es una innovación!
— Creo que se equivocan. Era una antigua costumbre en Sodoma Y Gomorra. Hay una conocida historia sobre una doncella de Sodoma que entregó pan a un mendigo y fue repudiada. ¿Quién sabe? Quizá tenían ellos también una alcancía en la sinagoga, para que los pudientes depositasen allí sus limosnas y no debiesen mirar a los pobres a los ojos.

Cuento de la tradición jasídica

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