martes, 31 de mayo de 2011

Cebollas

Un hombre carente del sentido del olfato se durmió en medio de una plantación de cebollas vistiendo una espléndida túnica. Cuando despertó, las personas huían de él en todas direcciones.
—¡Qué triste y solitario es el destino de un esteta! —se lamentó—. Por falta de sensibilidad visual todas las gentes se quedan sin gozar el espectáculo de mi vestidura.

Cuento de la tradición sufí.

lunes, 30 de mayo de 2011

La apuesta del viejo guerrero

El señor Naoshige le dijo un día a Shoun, uno de sus más antiguos samuráis:
—La fuerza y el vigor del joven Katsuchige son admirables para su edad. Cuando lucha con sus compañeros, vence incluso a los mayores que él.
—A pesar de que ya no soy joven estoy dispuesto a apostar que no conseguirá vencerme —afirmó el anciano Shoun.

Para Naoshige fue un placer organizar el encuentro que tuvo lugar esa
misma noche en el patio del castillo, en medio de un gran número de
samuráis. Estos estaban impacientes por ver lo que le iba a suceder al
viejo Shoun.

Desde el comienzo, el joven y poderoso Katsushige se precipitó sobre su frágil adversario. Shoun estuvo a punto de caer varias veces. Sin embargo, ante la sorpresa general, cada vez se restableció en el último momento. El joven, exasperado, intentó derribarlo poniendo toda su fuerza en el empeño, pero Shoun aprovechó hábilmente su movimiento y fue él quien lo desequilibró, arrojándolo al suelo.

Después de ayudar a su adversario, todavía atontado, a levantarse, Shoun se acercó al señor Naoshige y le dijo:
—Sentirse orgulloso de su fuerza cuando aún no se domina la fogosidad es como vanagloriarse públicamente de los propios defectos.

Cuento de la tradición budista.

domingo, 29 de mayo de 2011

Ventana sobre la memoria 1

A orillas de otro mar, otro alfarero se retira en sus años tardíos.

Se le nublan los ojos, las manos le tiemblan, ha llegado la hora del adiós. Entonces ocurre la ceremonia de la iniciación: el alfarero viejo ofrece al alfarero joven su pieza mejor. Así manda la tradición, entre los indios del noroeste de América: el artista que se va entrega su obra maestra al artista que se inicia.

Y el alfarero joven no guarda esa vasija perfecta para contemplarla y admirarla, sino que la estrella contra el suelo, la rompe en mil pedacitos, recoge los pedacitos y los incorpora a su arcilla.

Cuento de Eduardo Galeano.

sábado, 28 de mayo de 2011

La voluntad de Alá

—Hágase la voluntad de Alá —dijo un hombre piadoso acerca de un tema insubstancial.
—Siempre se hace —afirmó el mullah Nasrudín muy serio.
—¿Cómo puedes demostrarlo, mullah? —le preguntó uno de los presentes.
—Es bastante fácil. Si no estuviera haciéndose siempre, seguro que en algún momento se haría mi voluntad, ¿no es cierto?.

Cuento de la tradición sufí.

viernes, 27 de mayo de 2011

Fábula

Un pastor se encuentra con un lobo.
—¡Qué hermosa dentadura tiene usted, señor lobo!— le dice.
—¡Oh!— responde el lobo —. Mi dentadura no vale gran cosa, pues es una dentadura postiza.
—Confesión por confesión, entonces— dice el pastor—; si su dentadura es postiza, yo puedo confesarle que no soy pastor: soy oveja.

Cuento de Braulio Arenas.

jueves, 26 de mayo de 2011

La enseñanza de la acción impecable

Unos hombres estaban de visita en casa de un maestro. Uno le dijo al otro:
—¿Has venido como yo a escuchar sus enseñanzas?
—No —contestó el otro—. Para mí es suficiente ver cómo se ata las sandalias.

Cuento tomado del libro “Los 120 mejores cuentos de las tradiciones espirituales de Oriente”, de Ramiro A. Calle.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Ayuda

Un campesino chino llamado Chung Fu llevaba una vida sencilla y se mantenía vendiendo verduras en el mercado. Pero, a medida que envejecía, sintió la necesidad del despertar espiritual y recurrió a un maestro que procedía de su misma aldea.

Cuando fue a verlo a la cueva en que vivía austeramente, le expuso el objeto de su visita y le pidió ayuda en la búsqueda que deseaba emprender.
—Ayúdame a saber quién soy —le dijo— y qué se supone que debo hacer en la vida.

El maestro, que lo conocía perfectamente y conocía también el camino de la liberación lo miró con fijeza, guardó silencio un rato y pronunció al final las palabras del consejo:
—Tú eres Chung Fu y se supone que debes vender verduras en el mercado.

Cuento de Carlos G. Vallés.

martes, 24 de mayo de 2011

Controversia

Era un lama joven y con gran sentido del humor, que sabía bien que la vida espiritual no tiene por qué ser, en absoluto, triste y solemne. Era muy accesible, cordial y sin artificios. Consideraba a todos los monjes y novicios como sus hermanos pequeños y estaba siempre haciendo bromas con ellos. Les enseñaba la doctrina, en el patio del monasterio, haciendo juegos, riendo, bailando con los monjes y novicios, realizando bromas y contando chistes.

Pero un día un grupo de fieles pasó por allí y vio cómo se divertían los monjes y novicios y cuánto griterío y risas producían. Acudieron al abad del monasterio y le presentaron una queja. Consideraban que aquél no era modo de enseñar la doctrina; que el lama era irreverente e irrespetuoso.

El abad del monasterio llamó al lama y lo puso al corriente de las opiniones y las quejas de los fieles.

El lama dijo:
—Cambiaré de método, pero será lo mismo.

Sorprendido, el abad preguntó:
—¿Cómo que será lo mismo?
—Venerable abad, ya lo veréis: será lo mismo.

El abad no comprendió al lama y lo dejó ir.

El lama cambió el sistema de enseñanza: todos tenían que guardar un estricto silencio, permanecer estoicamente en postura de meditación durante toda la clase, jamás sonreír y no hacer el menor comentario.

Los fieles pasaron por allí y se asomaron a ver la clase. Aquello les parecía increíble: ¡cuánta rigidez, cuánta severidad, cuánta pesadumbre! Se preguntaron si era necesaria tan estricta disciplina para mostrar la doctrina. Fueron al abad del monasterio y se quejaron del lama.

El abad llamó al lama y le dijo:
—Tenías razón. Como tú decías: “será lo mismo”. Y ahora yo te digo, enseña como quieras. No te dejes influenciar por controversias.

Cuento tomado del libro “Cuentos espirituales del Tibet”, de Ramiro Calle.

lunes, 23 de mayo de 2011

La nota correcta

Un día, en la plaza del mercado, Nasrudín estaba tocando en su laúd solamente una nota. Después de un rato, uno de los hombres que lo escuchaba le dijo:
—Mullah, esa nota que tocas es bonita pero, ¿por qué no la varías un poco como hacen los otros músicos?
—Los otros músicos son unos tontos —repuso el mullah—. Ellos están buscando la nota correcta. Yo ya la encontré.

Cuento de la tradición sufí.

domingo, 22 de mayo de 2011

Amenaza

Cierta vez, el mullah Nasrudín llegó a una aldea gritando furiosamente:
—¡He perdido mi alforja! ¡Daos prisa a buscarla, de lo contrario, haré con esta aldea lo mismo que hice con la otra!

Los aldeanos, asustados, corrieron por todas partes para buscar la alforja, hasta que uno la encontró.
—¿Qué habrías hecho —le preguntaron después al mullah—, si no la hubiéramos encontrado?
—Bueno —repuso Nasrudín sonriendo—, habría dejado vuestra aldea y me hubiera ido a otra a buscarla.

Cuento de la tradición sufí.

sábado, 21 de mayo de 2011

Terror

Después de haber vertido mucha sangre, unos guerreros turcos saquearon un poblado. Capturaron a dos campesinos y decidieron matar a uno de ellos. Mientras lo ataban, el campesino preguntó.
—¿Por qué me matáis así, sin razón?
—Para atemorizar a tu amigo y forzarlo a que nos revele dónde ha ocultado su oro —respondieron los guerreros.
—¡Pero él es más pobre que yo! ¡Mejor matadlo a él y entonces yo, presa del terror, os diré dónde he escondido mi oro!

Cuento de Rumi.

viernes, 20 de mayo de 2011

El lenguaje

El Padre Primero de los guaraníes se irguió en la oscuridad, iluminado por los reflejos de su propio corazón, y creó las llamas y la tenue neblina. Creó el amor y no tenía a quién dárselo. Creó el lenguaje, pero no había quién lo escuchara.

Entonces encomendó a las divinidades que construyeran el mundo y que se hicieran cargo del fuego, la niebla, la lluvia y el viento. Y les entregó la música y las palabras del himno sagrado, para que dieran vida a las mujeres y a los hombres. Así el amor se hizo comunión, el lenguaje cobró vida y el Padre Primero redimió su soledad.

Cuento de Eduardo Galeano.

jueves, 19 de mayo de 2011

Fantasía

En un pueblito jasídico, en una fonda miserable, los presentes se pusieron a contar sus fantasías. Uno pidió dinero; otro, un yerno; el tercero, un banco de carpintero. Al terminar, le pidieron a un mendigo desconocido que contara su fantasía. Este dijo:
—Ojalá fuera un poderoso monarca y reinara sobre un poderoso país. Quisiera que de noche, estando dormido en mi palacio, el enemigo irrumpiera en mis tierras y, antes del amanecer, sus jinetes llegaran a las puertas de mi castillo sin encontrar resistencia alguna. Del susto, me despertaría sin tiempo para vestirme. En camisón emprendería la fuga a través de montañas, ríos y bosques, noche y día sin descanso, hasta llegar aquí. Eso es lo que yo desearía.
—Pero, ¿qué ganarías con ese deseo? —atinó a preguntar uno.
—Un camisón.

Cuento de Walter Benjamin.

miércoles, 18 de mayo de 2011

¿Y dónde estoy yo?

Había una vez un hombre que, cuando se levantaba por las mañanas, tardaba tanto tiempo en encontrar su ropa que, por las noches, casi no se atrevía a acostarse, sólo de pensar en lo que lo aguardaba cuando despertara.

Una noche tomó papel y lápiz y, a medida que se desnudaba, iba anotando el nombre de cada prenda y el lugar exacto en que la dejaba.

A la mañana siguiente sacó el papel y leyó: "Calzoncillos..." y allí estaban. Se los puso. "Camisa..." allí estaba. Se la puso también. "Sombrero..." allí estaba. Y se lo encasquetó en la cabeza.

Estaba verdaderamente encantado, hasta que lo asaltó un horrible pensamiento: "¿Y yo?¿Dónde estoy yo?".

Había olvidado anotarlo. De modo que se puso a buscar y a buscar, pero en vano. No pudo encontrarse a sí mismo.

Cuento de Martin Buber.

martes, 17 de mayo de 2011

El predicador

Había un predicador que, cada vez que se ponía a rezar, no dejaba de elogiar a los bandidos y desearles toda la felicidad posible. Elevaba las manos al cielo diciendo:
—¡Oh, Señor, ofrece Tu Misericordia a los calumniadores, a los rebeldes, a los corazones endurecidos, a los que se burlan de la gente de bien y a los idólatras!

Así terminaba su arenga, sin desear el menor bien a los justos y puros.

Un día, sus oyentes le dijeron:
—¡No es costumbre rezar así! Todos estos buenos deseos dirigidos a los malvados no serán escuchados.

Pero él replicó:
—Yo debo mucho a esa gente de la que habláis y por esa razón ruego por ellos. Me han torturado tanto y me han causado tanto daño que me han guiado hacia el bien. Cada vez que me he sentido atraído por las cosas de este mundo, me han maltratado. Y todos esos malos tratos son la causa por la que me he vuelto hacia la Fe.

Cuento de la tradición sufí.

lunes, 16 de mayo de 2011

Diálogo zen

Cierta vez le preguntaron al maestro Nan-in qué era el Buda y respondió:
—Espera a que haya uno y te lo diré.

Ante semejantes palabras, el monje que había hecho la pregunta dijo:
—Si es así como afirmas, no hay nada de Buda en ti.
—En eso tienes razón —replicó Nan-in.
—¿En qué tengo razón, maestro?
—Estamos en el día treinta de este mes —fue la respuesta.

Cuento de la tradición budista zen.

domingo, 15 de mayo de 2011

Ventana sobre la palabra 1

Los cuentacuentos, los cantacuentos sólo pueden contar mientras la nieve cae. Así manda la tradición. Los indios del norte de América tienen mucho cuidado con este asunto de los cuentos. Dicen que cuando los cuentos suenan, las plantas no se ocupan de crecer y los pájaros olvidan la comida de sus hijos.

Cuento de Eduardo Galeano.

sábado, 14 de mayo de 2011

Bahaudin y el derviche errante

Cierto día, el maestro Bahaudin estaba con sus discípulos en la plaza de Bujara cuando se aproximó un derviche errante.
—¿De dónde vienes? —le preguntó el maestro.
—No tengo ni idea —dijo el otro riendo estúpidamente.

Algunos de los discípulos murmuraron su desaprobación por ésta falta de respeto.
—¿Adónde vas? —prosiguió Bahaudin.
—¡No lo sé! —gritó el derviche.
—¿Qué es el Bien?—. Para entonces, ya se había reunido una gran multitud en torno de ellos.
—No lo sé.
—¿Qué es el Mal?
—No tengo ni idea.
—¿Qué es lo Correcto?
—Todo lo que es bueno para mí.
—¿Qué es lo Equivocado?
—Todo lo que es malo para mí.

Las gentes, agotada su paciencia e irritadas por el derviche, lo apartaron. Este se fue caminando, a grandes pasos, en una dirección indeterminada.
—¡Tontos! —exclamó Bahaudin—. Este hombre estaba representando el papel de la humanidad. Mientras vosotros lo despreciabais, él os enseñaba deliberadamente la falta de atención que todos vosotros mostráis, de forma inconsciente, cada día de vuestras vidas.

Cuento de la tradición sufí.

viernes, 13 de mayo de 2011

Sin palabras

Un discípulo le pidió a su maestro:
—Muéstrame el camino sin emplear palabras.
—Pídemelo sin usarlas —fue la respuesta.

Cuento de la tradición budista zen.

miércoles, 11 de mayo de 2011

La tela

Un hombre caminaba por un callejón con un rollo de tela bajo el brazo cuando comenzó a llover torrencialmente. El caminante desenrolló la tela y la extendió sobre su cabeza. De pronto, otro hombre que pasaba por allí también se cobijó bajo el toldo improvisado.

Cuando cesó la lluvia, el segundo hombre reclamó la tela como suya y se inició una discusión que casi llegó a las manos. Finalmente, ambos llevaron el caso ante un juez. Este escuchó los respectivos argumentos y dijo:
—Alguacil, consiga unas tijeras y corte la tela justo por el medio para darle a cada uno su parte.

Así se hizo pero, entonces, el juez comprobó que uno de los hombres se manifestaba contento con la decisión mientras que el otro seguía muy enojado.
—Ya sé quién es el dueño de la tela —dijo el juez—. Alguacil, devuélvasela y envíe al ladrón a prisión.

Cuento de la tradición hindú.

martes, 10 de mayo de 2011

La vara

El padre de Moshé Leib se oponía resueltamente a la vía jasídica. Cuando supo que Moshé había dejado la casa para convertirse en discípulo de rabí Schmelke, se puso furioso. Cortó la rama de un árbol y la guardó en su habitación, a la espera de que regresara su hijo. Cada vez que veía una rama más apropiada, fabricaba con ella una nueva vara que, al parecer, resultaría más eficaz, y tiraba la antigua. Pasó el tiempo y muchas varas fueron cambiadas. Durante una limpieza general de la casa, un sirviente tomó la vara y la llevó al desván.

Poco después, Moshé Leib pidió permiso a su maestro para ausentarse por un corto tiempo y se dirigió a su casa. Cuando vio que su padre daba un salto al verlo y emprendía furiosa búsqueda, fue directamente al desván, retiró la vara y la depositó frente al anciano. Este miró el rostro grave y afectuoso de su hijo y se sintió vencido.

Cuento de la tradición jasídica.

domingo, 8 de mayo de 2011

Voz en la noche

Una voz me susurró anoche:
—No existe nada que sea una voz susurrando en la noche.

Cuento de Haidar Ansari.

sábado, 7 de mayo de 2011

Técnica

Cierto joven que había estudiado Zen con Bankei decidió probar la templanza de su maestro atacándolo repentinamente con su lanza mientras estaba sentado.

Sin inmutarse, Bankei repelió el ataque con su rosario y luego le dijo:
—Tu técnica todavía no está madura. Tu mente atacó primero.

Cuento de la tradición budista zen.

viernes, 6 de mayo de 2011

Estadística

Un pobre le dijo a un rico:
—Yo gasto en comida todo lo que gano.
—¡Ese es tu error!! —lo amonestó el rico—. En comida yo gasto solamente el cinco por ciento de lo que gano.

Cuento de la tradición sufí.

jueves, 5 de mayo de 2011

Un lugar mejor

Cierta vez, un hombre puso un aviso en el diario: “Casa y enseres en venta por emigración del propietario””.

Tuvo una gran cantidad de respuestas al anuncio y un amigo le preguntó:
—¿Conseguiste buen precio por tus cosas?
—¿Buen precio? —fue la respuesta—. ¡No vendí absolutamente nada! Todo el mundo quería saber si yo conocía algún lugar mejor para emigrar…

Cuento de la tradición sufí.

miércoles, 4 de mayo de 2011

El filósofo y el zapatero

Un filósofo llegó un día al taller de un zapatero remendón con unos zapatos gastados y le dijo:
—Por favor, arréglalos.
—Ahora estoy remendando zapatos de otros hombres —respondió el zapatero—, y hay todavía más para reparar antes de que pueda ocuparme de los tuyos. Pero déjalos aquí. Usa este otro par por hoy, y ven mañana a buscarlos.
—No uso zapatos que no son míos —protestó indignado el filósofo.
—Pues bien -dijo el remendón—, ¿en verdad eres un filósofo y no puedes calzarte los zapatos de otro hombre? Al final de esta calle hay otro zapatero que comprende a los filósofos mejor que yo. Recurre a él para remiendos.

Cuento de Gibran Khalil Gibran.

martes, 3 de mayo de 2011

Un trago largo

Un estudiante le preguntó al maestro Mazu:
—¿Qué tipo de persona es la que no está apegada a cosa alguna?
—Cuando usted beba de un trago todas las aguas del río Xijiang, se lo diré—respondió Mazu.

Cuento de la tradición budista zen.

lunes, 2 de mayo de 2011

La pasión de decir/2

Ese hombre, o mujer, está embarazado de mucha gente. La gente se le sale por los poros. Así lo muestran, en figuras de barro, los indios de Nuevo México: el narrador, el que cuenta la memoria colectiva, está todo brotado de personitas.

Cuento de Eduardo Galeano.

domingo, 1 de mayo de 2011

Primer principio

Una vez se le preguntaron al maestro Wenyi: ´
—¿Cuál es el primer principio?
—Si yo lo dijera, se convertiría en el segundo principio —se limitó a replicar Wenyi.

Cuento de la tradición budista zen.