jueves, 23 de agosto de 2012

El león sediento


Un león sediento se aproximó hasta un lago para beber y al acercarse vio su rostro reflejado en el agua, entonces dijo:
—¡Vaya! Este lago debe de pertenecer a este león. Tengo que tener mucho cuidado con él.

Se alejó de las aguas, pero tenía tanta sed que regresó al cabo de un rato. Allí estaba otra vez ese león. ¿Qué hacer? No había otro lago cercano.

Otra vez retrocedió.

Unos minutos después volvió a intentarlo y, al ver al león, abrió sus fauces de forma amenazadora, pero el otro león hizo lo mismo y sintió terror. Salió corriendo, pero volvió varias veces, aunque siempre huía espantado.

Sin embargo,  como la sed era cada vez más intensa, tomó finalmente la decisión de beber agua del lago, sucediera lo que sucediera. Así lo hizo. Y al meter la cabeza en las aguas, el otro león desapareció.

Cuento popular africano.

martes, 21 de agosto de 2012

El asno se ha ido


Cierta noche, un viajero llegó a una pequeña ciudad, acompañado de un servidor y de un asno cargado de mercancías. Cuando arribaron a la posada, el mercader  le dijo a su servidor:
—¡Vigila atentamente al asno, que yo voy a tomarme un vaso de leche!
Al entrar en el albergue, vio a un grupo de sufís cantando y bailando juntos. Los religiosos lo invitaron a entrar en el círculo y le propusieron tomar por tema: “el asno se ha ido”. Feliz de participar en una actividad tan altamente espiritual e imaginando que el asno simbolizaba el ego del que hay que liberarse, el hombre aceptó la propuesta de buen grado. Se puso a cantar y a bailar con tal entusiasmo que entró en trance.
Al cabo de un rato, cuando quiso reanudar su camino, se dio cuenta de que su asno había desaparecido. Furioso, reconvino a su servidor:
—Pero, ¿qué has hecho? ¡Te ordené que vigilaras al asno!
—Vine a avisarte que querían quitártelo —repuso el servidor avergonzado—, pero como te vi en el colmo de la felicidad cantando “El asno se ha ido. El asno se ha ido”, no insistí.

Cuento de la tradición sufí.

lunes, 20 de agosto de 2012

¿Está mi mente tan limpia?


Buda tenía un discípulo llamado Suddhipanthaka, al que todos conocían con el sobrenombre de “Pequeño Camino”. Era el estudiante más lento del maestro. Todos, excepto él, podían recordar sus enseñanzas. Pero si éste trataba de memorizar la primera palabra de un sutra, se le olvidaba la segunda y viceversa. El Buda le dio entonces el trabajo de limpiar los zapatos de otros discípulos, puesto que no parecía apto para hacer otra cosa.
 Después de haber limpiado zapatos por un tiempo bastante largo, “Pequeño camino” se preguntó a sí mismo: “Todos los zapatos están limpios, pero ¿está mi mente tan limpia?”.  En ese momento, su mente se liberó por completo. 

Cuento de la tradición budista zen.

domingo, 19 de agosto de 2012

El colgante


Después de muchos años de desilusiones con el judaísmo, el cristianismo, el islam y la religión tolteca, un occidental fue a Japón y logró ser admitido como discípulo en un monasterio zen.
Diez años después, preguntó a uno de sus camaradas, el cual había ingresado más o menos en la misma época que él:
—Dime, ¿por qué a ti te pusieron ese colgante en la oreja y a mí no? ¿Acaso se debe a que tú eres japonés y yo soy occidental?
El otro, por toda respuesta, se sacó el colgante, que pendía de su oreja derecha, y se lo colgó en la izquierda.

Cuento de la tradición budista zen.

¿Para qué quieres vivir?


El filósofo paseaba por los campos cuando encontró en el río a un pescador muy atareado.
—¿Qué haces, buen hombre? —le preguntó
—Echo las redes.
—¿Para qué?
—Para pescar.
—¿Para qué quieres pescar?
— Para vender el pescado.
—¿Para qué quieres venderlo?
—Para obtener algunas monedas.
—¿Y para qué quieres el dinero?
—Para comer.
—¿Pero, para qué quieres comer?
—¡Para vivir señor, para vivir!
— ¿Pero para qué quieres vivir…?
El pescador se quedó perplejo, y enmudeció.
—¿Para qué quieres vivir?- Insistió el filósofo

El pescador caviló unos momentos y al fin respondió:
—Para pescar.

Cuento de Giovanni Papini..

martes, 30 de agosto de 2011

Un nuevo blog

Quiero contarles que he iniciado un nuevo blog llamado El telar de los sueños. Allí incluyo cuentos propios y leyendas del mundo en versiones personales. Me alegrará mucho que lo visiten y me ayuden a mejorarlo con sus comentarios. Pueden verlo haciendo un click aquí.

Graciela Pérez Aguilar

La puerta

Cierta vez, un derviche llegó a una ciudad y, mientras caminaba por la plaza, vio a una mujer que llevaba sobre sus espaldas una pesada puerta. Curioso, el hombre le preguntó:
—¿Por qué cargas eso?
—Porque esta mañana, al salir a trabajar, mi marido me ha dicho: “Hay objetos de valor en casa. Que nadie pase por esa puerta”. Por lo tanto, al salir, me he llevado la puerta conmigo. Para que nadie pueda pasar por ella.
—¿Quieres que te diga una cosa para que no tengas que cargarla? —le propuso el derviche.
—¡No! — exclamó ella—. Lo único que podría ayudarme es saber cómo hacerla menos pesada.
—Eso no puedo decírtelo —contestó el derviche, y siguió su camino.

Cuento de la tradición sufí.