viernes, 31 de diciembre de 2010

Cabellos blancos

— ¿Por qué tienes algunos cabellos blancos, mamá?
—Bueno, cada vez que haces algo malo y me entristeces, uno de mis cabellos se pone blanco.
— Mamá, entonces, ¿por qué TODOS los cabellos de mi abuelita están blancos?

Cuento de origen desconocido.

jueves, 30 de diciembre de 2010

Ofensa o bendición

Un monje entró a una casa de té mientras decía:
— Mi maestro me enseñó a propagar la palabra de que la humanidad nunca será feliz hasta que alguien que no ha sido ofendido se indigne ante una ofensa de igual modo que alguien a quien sí se ha ofendido.

La gente de la casa de té, se impresionó momentáneamente. Entonces, habló Nasrudín:
— Mi maestro me enseñó que nadie debe indignarse por nada hasta estar seguro de que aquello que le parece una ofensa es realmente una ofensa, ¡y no una bendición disfrazada!

Cuento de la tradición sufí.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

¿Cuál es su trabajo?

Un hombre golpeaba fuertemente una roca, con rostro duro, sudando. Alguien le preguntó:
— ¿Cuál es su trabajo?
Y contestó con pesadumbre:
— ¿No lo ve? Picar piedra.

Un segundo hombre golpeaba fuertemente otra roca, con rostro duro, sudando. Alguien le preguntó:
— ¿Cuál es su trabajo?
Y contestó con pesadumbre:
— ¿No lo ve? Tallar un peldaño.

Un tercer hombre golpeaba fuertemente una roca, transpirado, con rostro alegre y distendido. Alguien le preguntó:
— ¿Cuál es su trabajo?
Y contestó ilusionado:
— Construir una catedral.

Cuento de origen desconocido.

martes, 28 de diciembre de 2010

Los recaudadores y el sultán

El sultán estaba desesperado por no encontrar un nuevo recaudador.
— ¿No hay ningún hombre honesto en este país que pueda recaudar los impuestos sin robar dinero? —se lamentó el soberano.

Acto seguido, llamó a su consejero más sabio y le explicó el problema.
— Anunciad que buscáis un nuevo recaudador, Alteza — le dijo el hombre—, y dejadme a mí el resto.

Se hizo el anuncio y aquella misma tarde, en el salón principal del palacio, se reunió una muchedumbre. Había hombres gordos con trajes elegantes, hombres delgados con trajes elegantes y un hombre con un traje vulgar y usado. Los hombres de trajes elegantes se rieron de él.
— El sultán, por supuesto, no va a seleccionar a un pobre como su recaudador —dijeron todos.

Por fin, llegó el sabio consejero.
— El sultán os verá a todos en seguida —dijo—, pero tendréis que pasar de uno en uno por el estrecho corredor que lleva a sus aposentos.

El corredor era oscuro y todos tuvieron que ir palpando con sus manos para encontrar el camino. Por fin, se reunieron ante el sultán.
— ¿Qué hago ahora? —susurró éste a su consejero.
— Pedidles que bailen —dijo el hombre sabio.

Al sultán le pareció extraña aquella medida, pero accedió, y todos los hombres empezaron a bailar.
— Nunca en mi vida he visto unos bailarines tan torpes —dijo el soberano—. Parece que tienen pies de plomo.

Sólo el hombre pobre pudo saltar mientras bailaba.
— Este hombre es vuestro nuevo recaudador — dijo el consejero—. Llené el corredor de monedas y joyas, y él fue el único que no llenó sus bolsillos con las riquezas robadas.

El sultán había encontrado a un hombre honrado.

Cuento popular árabe.

lunes, 27 de diciembre de 2010

La armonía y la entrega

Cuando el soberano de un reino vecino anunció su propósito de visitar el monasterio, todo el mundo exteriorizó su nerviosismo. Sólo el Maestro mantuvo su habitual calma.

Conducido el rey a presencia del Maestro, le hizo una profunda reverencia y le dijo:
— He oído decir que has alcanzado la perfección mística, y quisiera saber cuál es la esencia de lo místico.
— ¿Para qué? —preguntó el Maestro.
— Deseo averiguar la naturaleza del ser, a fin de poder controlar mi propio ser y el de mis súbditos y conducir a mi pueblo a la armonía.
— Está bien —dijo el Maestro—, pero debo advertirte que, cuando hayas avanzado en tu averiguación, descubrirás que esa armonía que buscas no se consigue a base de control, sino a base de entrega.

Cuento tomado del libro “Un minuto para el absurdo”, de Anthony de Mello.

domingo, 26 de diciembre de 2010

El pequeño caracol

Aquel pequeño caracol emprendió la ascensión a un cerezo en un desapacible día de finales de primavera.

Al verlo, los gorriones de un árbol cercano estallaron en carcajadas:
— ¿No sabes que no hay cerezas en esta época del año?

El caracol, sin detenerse, replicó:
— No importa. Ya las habrá cuando llegue arriba.

Cuento de origen desconocido.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Cambio verdadero

El maestro Ryokan había dedicado su vida al estudio del zen. Un día, se enteró de que su sobrino, a pesar de las advertencias de los familiares, gastaba su dinero en una cortesana. El muchacho estaba dilapidando su fortuna y sus propiedades corrían serio riesgo de ser embargadas.

Ryokan recorrió un largo camino para visitar al joven, a quien no veía desde hacía muchos años. Éste parecía encantado de reencontrarse con su tío y lo invitó a quedarse en la casa.

Durante toda la noche, Ryokan se sentó a meditar. A la mañana siguiente le dijo al joven:
— Debo de estar haciéndome viejo: mi mano tiembla mucho. ¿Me ayudas a atar la cuerda de mis sandalias de paja?

El sobrino lo ayudó de buena gana.
— Gracias — le dijo Ryokan cuando terminó—. Como ves, los hombres nos hacemos más y más débiles cada día. Cuida bien de ti mismo.

Luego, Ryokan partió sin mencionar una palabra sobre la cortesana o las quejas de los familiares. Sin embargo, desde aquella mañana la disipación del sobrino cesó por completo.

Cuento de la tradición budista zen.

viernes, 24 de diciembre de 2010

La felicidad

Decía un anciano que sólo se había quejado una vez en toda su vida: cuando iba con los pies descalzos y no tenía dinero para comprarse zapatos. Entonces, vio a un hombre feliz que no tenía pies. Y nunca volvió a quejarse.

Cuento tomado del libro “La oración de la rana”, de Anthony de Mello.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Un nido nuevo

Cierto día, mientras Nasrudín examinaba un nido vacío, alguien le preguntó:
— ¿Qué haces, mullah?
— Estoy buscando huevos.
— ¡No hay huevos en un nido del año pasado!
— No estés tan seguro —replicó Nasrudín—. Si fueras un pájaro y quisieras proteger tus huevos, ¿construirías un nido nuevo a la vista de todo el mundo?

Cuento de la tradición sufí.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Beber como bestias

Se dice que Richard Sheridan, el famoso dramaturgo inglés del siglo XVIII, preguntó una noche a un grupo de amigos:
— ¿Vamos a beber como hombres o como bestias?
— Por supuesto que como hombres —replicó el grupo.
— Entonces, nos vamos a pescar una borrachera tremenda, ya que las bestias nunca beben más de lo necesario —comentó Sheridan.

Cuento de origen desconocido.

martes, 21 de diciembre de 2010

Epitafio encontrado en el cementerio Monte Parnaso de San Blas, S.B.

Escribió un drama: dijeron que se creía Shakespeare;
escribió una novela: dijeron que se creía Proust;
escribió un cuento: dijeron que se creía Chejov;
escribió una carta: dijeron que se creía Lord Chesterfield;
escribió un diario: dijeron que se creía Pavese;
escribió una despedida: dijeron que se creía Cervantes;
dejó de escribir: dijeron que se creía Rimbaud;
escribió un epitafio: dijeron que se creía difunto.

Cuento de Augusto Monterroso.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Asnos

Un hombre se acercó a Sócrates con su hijo, y le pidió que se encargara de la educación del muchacho. El filósofo le dijo que le cobraría quinientos dracmas. Al rico le pareció muy caro:
–— ¡Es mucho dinero! —dijo—. Por esa cantidad podría comprarme un asno.
–— Efectivamente, le aconsejo que lo compre —repuso Sócrates—. Así tendrá dos.

Cuento de origen desconocido.

domingo, 19 de diciembre de 2010

La receta

Nasrudín se dirigía a su casa con un pedazo de hígado y la receta para hacer pastel. De pronto, un ave de presa se lanzó sobre él y le arrebató de la mano el trozo de carne. Mientras se alejaba por el cielo, Nasrudín le gritó:
— ¡Pájaro estúpido! Ya tienes el hígado pero, ¿qué harás sin la receta?

Cuento de la tradición sufí.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Los cuatro tipos de personas

El maestro le dijo al discípulo:
— Existen cuatro tipos de personas:
El justo que manifiesta: "Lo que es mío es mío; lo tuyo, tuyo".
El enamorado que exclama: "Lo que es mío es tuyo; lo tuyo es mío".
El egoísta que piensa: "Lo tuyo es mío; lo mío es mío".
El santo que actúa: "Lo que es mío es tuyo; lo tuyo, es tuyo"».

Cuento anónimo judío.

viernes, 17 de diciembre de 2010

El perro herido

Un hombre vestido como un sufí caminaba por una carretera cuando vio a un perro y lo golpeó fuertemente con su bastón. El perro, aullando de dolor, corrió hacia el gran sabio Abu-Said, se arrojó a sus pies y, mostrándole su pata herida, pidió justicia contra su agresor.

El sabio llamó al sufí y lo increpó:
— ¿Cómo tratas así a este animal? ¡Mira lo que le has hecho!

El sufí respondió:
— La culpa no es mía sino del perro. Ensució mi manto.

Pero el can persistía en su denuncia. Entonces, el sabio le habló:
— En lugar de esperar una disculpa, dime de qué modo puedo compensarte.
— Gran y sabio —repuso el perro—, cuando vi a este hombre ataviado como un sufí, pensé que no me haría ningún daño. Si hubiera visto a un hombre con traje común, naturalmente, me habría apartado de su camino. Mi verdadero error fue suponer que la apariencia exterior de un hombre indica su índole. Si desea castigarlo, quítele la ropa de los elegidos, prívelo de la vestimenta de la gente justa.

Cuento de la tradición sufí.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Gente piadosa

Un día, el califa Omar se acercó a un grupo de personas ociosas y les preguntó quiénes eran.
— Somos gente piadosa. Ponemos nuestros asuntos en las manos de Dios, y confiamos en Él —le respondieron.
— ¡En realidad no sois piadosos! —exclamó el califa—. ¡Sois parásitos que viven del esfuerzo de otras personas! Alguien que realmente confía en Dios primero planta las semillas en el seno de la tierra y luego pone sus cosas en las manos de Él.


Cuento de la tradición sufí.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

El otro lado

Un día, un joven budista que regresaba a su casa llegó a la orilla de un ancho río. Mientras miraba el gran obstáculo que se extendía ante él, buscó en vano la forma de cruzar. Cuando estaba a punto de darse por vencido, vio a un gran maestro en la orilla opuesta y le gritó:
— Oh sabio, ¿puedes decirme cómo llegar al otro lado del río?

El maestro reflexionó un momento y le dijo:
— Hijo mío, estás en el otro lado.


Cuento de la tradición budista zen.

martes, 14 de diciembre de 2010

El juramento

Un hombre atormentado por sus problemas juró que, si éstos se resolvían, vendería su casa y les daría todo el dinero obtenido a los pobres.

Pero las cosas mejoraron y llegó el momento en que debía cumplir su palabra. Sin embargo, él no quería regalar tanto dinero y pensó en una salida. Puso la casa en venta por una moneda de plata. Junto con la casa, estaba incluido un gato, cuyo precio estimó en diez mil monedas de plata.

Cuando alguien compró la casa y el gato, el hombre les dio la moneda de plata a los pobres, y se embolsó las diez mil restantes.

Cuento de la tradición sufí.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Un trozo de verdad

Cierto día Mara, el Maligno, atravesaba un pueblo de la India con sus asistentes cuando vio a un hombre que caminaba meditabundo. De pronto, el rostro del caminante se iluminó de asombro: acababa de descubrir algo en el suelo.

Uno de los ayudantes le preguntó al Maligno qué era.
— Un trozo de verdad —replicó éste.
— ¿Y no te molesta cuando los seres humanos encuentran un pedazo de la verdad?
— No —respondió Mara—, porque inmediatamente después lo convierten en una creencia.

Cuento de la tradición hindú.