Al bajar de la terraza de su casa, donde acababa de hacer la siesta, Nasrudín dio un traspié al pisar un escalón y rodó escaleras abajo.
— Pero, ¿qué pasa? — le gritó su mujer que, desde la cocina, había oído el ruido de su caída.
— Nada importante — respondió Nasrudín, poniéndose de pie como podía —Ha sido mi abrigo que se ha caído por la escalera.
— ¿Tu abrigo?.. Pero, ¿y ese ruido?
— El ruido ha sido porque yo iba dentro de él.
Cuento de la tradición sufí
domingo, 12 de abril de 2009
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1 comentario:
Quizá debiéramos siempre contar nuetras desventuras con la delicadeza de este caballero.
ABRAZOS GIGANTES.
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