tag:blogger.com,1999:blog-20680365646573237432024-03-13T02:11:06.089-07:00Cuentos con luz propiaCuentos que iluminan, enseñan, curan y ayudan a vivir.
Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.comBlogger929125tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-7678160236512533522012-08-23T06:23:00.000-07:002012-08-23T06:23:03.844-07:00El león sediento<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Un león
sediento se aproximó hasta un lago para beber y al acercarse vio su rostro
reflejado en el agua, entonces dijo:<br />
—¡Vaya! Este lago debe de pertenecer a este león. Tengo que tener mucho cuidado
con él.<br />
<br />
Se alejó de las aguas, pero tenía tanta sed que regresó al cabo de un rato.
Allí estaba otra vez ese león. ¿Qué hacer? No había otro lago
cercano.<br />
<br />
Otra vez retrocedió.<br />
<br />
Unos minutos después volvió a intentarlo y, al ver al león, abrió sus fauces de
forma amenazadora, pero el otro león hizo lo mismo y sintió terror. Salió
corriendo, pero volvió varias veces, aunque siempre huía espantado.<br />
<br />
Sin embargo, como la sed era cada vez
más intensa, tomó finalmente la decisión de beber agua del lago, sucediera lo
que sucediera. Así lo hizo. Y al meter la cabeza en las aguas, el otro león
desapareció.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Cuento popular africano.<o:p></o:p></span></i></div>
</div>
Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-8139665686794619732012-08-21T07:28:00.001-07:002012-08-21T07:28:55.990-07:00El asno se ha ido<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<div class="dropcap-first" style="background: white; line-height: 14.25pt; margin-bottom: 11.25pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 11.25pt;">
<span style="color: #1d1d1d; font-family: "Arial","sans-serif";">Cierta noche, un viajero
llegó a una pequeña ciudad, acompañado de un servidor y de un asno cargado de
mercancías. Cuando arribaron a la posada, el mercader le dijo a su servidor:<o:p></o:p></span></div>
<div style="background: white; line-height: 14.25pt; margin-bottom: 11.25pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 11.25pt;">
<span style="color: #1d1d1d; font-family: "Arial","sans-serif";">—¡Vigila atentamente al asno, que yo voy a tomarme un vaso de
leche!<o:p></o:p></span></div>
<div style="background: white; line-height: 14.25pt; margin-bottom: 11.25pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 11.25pt;">
<span style="color: #1d1d1d; font-family: "Arial","sans-serif";">Al entrar en el albergue, vio a un grupo de sufís cantando y
bailando juntos. Los religiosos lo invitaron a entrar en el círculo y le
propusieron tomar por tema: “el asno se ha ido”. Feliz de participar en una
actividad tan altamente espiritual e imaginando que el asno simbolizaba el ego
del que hay que liberarse, el hombre aceptó la propuesta de buen grado. Se puso
a cantar y a bailar con tal entusiasmo que entró en trance.<o:p></o:p></span></div>
<div style="background: white; line-height: 14.25pt; margin-bottom: 11.25pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 11.25pt;">
<span style="color: #1d1d1d; font-family: "Arial","sans-serif";">Al cabo de un rato, cuando quiso reanudar su camino, se dio
cuenta de que su asno había desaparecido. Furioso, reconvino a su servidor:<o:p></o:p></span></div>
<div style="background: white; line-height: 14.25pt; margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="color: #1d1d1d; font-family: "Arial","sans-serif";">—Pero, ¿qué has hecho?
¡Te ordené que vigilaras al asno!<br />
—Vine a avisarte que querían quitártelo —repuso el servidor avergonzado—, pero
como te vi en el colmo de la felicidad cantando “El asno se ha ido. El asno se
ha ido”, no insistí.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Cuento de la tradición sufí.<o:p></o:p></span></i></div>
</div>
Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-31321129796995350492012-08-20T07:07:00.001-07:002012-08-20T07:08:39.241-07:00¿Está mi mente tan limpia?<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<div style="line-height: 15.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-bidi-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Buda tenía un
discípulo llamado Suddhipanthaka, al que todos conocían con el sobrenombre de
“Pequeño Camino”. Era el estudiante más lento del maestro. Todos, excepto él,
podían recordar sus enseñanzas. Pero si éste trataba de memorizar la primera
palabra de un sutra, se le olvidaba la segunda y viceversa. El Buda le dio
entonces el trabajo de limpiar los zapatos de otros discípulos, puesto que no
parecía apto para hacer otra cosa.<br />
Después de haber limpiado zapatos por un tiempo bastante largo, “Pequeño
camino” se preguntó a sí mismo: “Todos los zapatos están limpios, pero ¿está mi
mente tan limpia?”. En ese momento, su mente se liberó por completo.<span class="apple-converted-space"> <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="line-height: 15.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<br /></div>
<div style="line-height: 15.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span class="apple-converted-space"><i><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-bidi-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Cuento de la
tradición budista zen.</span></i></span><b><i><span style="background: white; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-bidi-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;"><o:p></o:p></span></i></b></div>
</div>
Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-29954487430172482212012-08-19T09:13:00.002-07:002012-08-19T09:13:42.625-07:00El colgante<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<div style="line-height: 15.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="border: none windowtext 1.0pt; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-border-alt: none windowtext 0cm; padding: 0cm;">Después de muchos años de
desilusiones con el judaísmo, el cristianismo, el islam y la religión tolteca,
un occidental fue a Japón y logró ser admitido como discípulo en un monasterio
zen.</span><span style="background: white; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.5pt;"><br />
</span><span style="border: none windowtext 1.0pt; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-border-alt: none windowtext 0cm; padding: 0cm;">Diez años después, preguntó a
uno de sus camaradas, el cual había ingresado más o menos en la misma época que
él:</span><span style="background: white; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.5pt;"><br />
</span><em><span style="border: none windowtext 1.0pt; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif"; font-style: normal; mso-bidi-font-style: italic; mso-border-alt: none windowtext 0cm; padding: 0cm;">—Dime, ¿por qué a ti te pusieron
ese colgante en la oreja y a mí no? ¿Acaso se debe a que tú eres japonés y yo
soy occidental?</span></em><i><span style="background: white; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.5pt;"><br />
</span></i><span style="background: white; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.5pt;">
</span><span style="border: none windowtext 1.0pt; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-border-alt: none windowtext 0cm; padding: 0cm;">El otro, por toda respuesta, se
sacó el colgante, que pendía de su oreja derecha, y se lo colgó en la
izquierda.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 15.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<br /></div>
<div style="line-height: 15.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<i><span style="border: none windowtext 1.0pt; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-border-alt: none windowtext 0cm; padding: 0cm;">Cuento de la tradición budista zen.<o:p></o:p></span></i></div>
</div>
Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-66593960744709916132012-08-19T09:04:00.002-07:002012-08-19T09:09:58.730-07:00¿Para qué quieres vivir?<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<div class="MsoNormal">
El filósofo paseaba por los campos cuando encontró en el río
a un pescador muy atareado.</div>
<div class="MsoNormal">
—¿Qué haces, buen hombre? —le preguntó<br />
—Echo las redes.<br />
—¿Para qué?<br />
—Para pescar.<br />
—¿Para qué quieres pescar?<br />
— Para vender el pescado.<br />
—¿Para qué quieres venderlo?<br />
—Para obtener algunas monedas.<br />
—¿Y para qué quieres el dinero?<br />
—Para comer.<br />
—¿Pero, para qué quieres comer?<br />
—¡Para vivir señor, para vivir!<br />
— ¿Pero para qué quieres vivir…?</div>
<div class="MsoNormal">
El pescador se quedó perplejo, y enmudeció.<br />
—¿Para qué quieres vivir?- Insistió el filósofo<br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
El pescador caviló unos momentos y al fin respondió:<br />
—Para pescar.</div>
<div class="MsoNormal">
<i><br /></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i>Cuento de Giovanni
Papini..<o:p></o:p></i></div>
</div>
Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-11522882391846336242011-08-30T10:58:00.000-07:002011-08-30T10:58:53.306-07:00Un nuevo blogQuiero contarles que he iniciado un nuevo blog llamado <a href="http://eltelardelossueos.blogspot.com/">El telar de los sueños</a>. Allí incluyo cuentos propios y leyendas del mundo en versiones personales. Me alegrará mucho que lo visiten y me ayuden a mejorarlo con sus comentarios. Pueden verlo haciendo un click <a href="http://eltelardelossueos.blogspot.com/">aquí</a>.<br />
<br />
<i>Graciela Pérez Aguilar</i>Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-88894558490017414432011-08-30T05:10:00.001-07:002011-08-30T05:10:55.583-07:00La puertaCierta vez, un derviche llegó a una ciudad y, mientras caminaba por la plaza, vio a una mujer que llevaba sobre sus espaldas una pesada puerta. Curioso, el hombre le preguntó:
<br />—¿Por qué cargas eso?
<br />—Porque esta mañana, al salir a trabajar, mi marido me ha dicho: “Hay objetos de valor en casa. Que nadie pase por esa puerta”. Por lo tanto, al salir, me he llevado la puerta conmigo. Para que nadie pueda pasar por ella.
<br />—¿Quieres que te diga una cosa para que no tengas que cargarla? —le propuso el derviche.
<br />—¡No! — exclamó ella—. Lo único que podría ayudarme es saber cómo hacerla menos pesada.
<br />—Eso no puedo decírtelo —contestó el derviche, y siguió su camino.
<br />
<br /><span style="font-style:italic;">Cuento de la tradición sufí.</span>
<br />Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-6207033413596331812011-08-29T05:51:00.000-07:002011-08-29T05:52:39.044-07:00La cleptómanaEra poderosa y aristocrática, pero tenía la obsesión de las cucharillas.
<br />Es esa una cleptomanía corriente, sobre todo en los palacios reales, y por eso hubo reyes que cambiaron las de oro por otras de similor, para evitar que se llevasen costoso ”recuerdo de S. M.”.
<br />
<br />Poseía cucharillas de los mejores hoteles del mundo, de las casas más nobles —con el escudo en el agarradero–, y hasta algunas arrancadas a las colecciones napoleónicas.
<br />
<br />Un día, sin poder resistir mi curiosidad, le pregunté qué se proponía almacenando tantas cucharillas. Entonces la cleptómana me dijo en voz baja:
<br />—Vengarme del mundo. . . Dejarlo sin una cucharilla. . …Que muevan el café con tenedor.
<br />
<br /><span style="font-style:italic;">Cuento de Ramón Gómez de la Serna.</span>
<br />Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-63687026838819515532011-08-28T06:33:00.000-07:002011-08-28T06:34:18.615-07:00El juramento del cautivoEl Genio dijo al pescador que lo había sacado de la botella de cobre amarillo:
<br />—Soy uno de los genios heréticos y me rebelé contra Salomón, hijo de David (¡que sobre los dos haya paz!). Fui derrotado; Salomón, hijo de David, me ordenó que abrazara la fe de Dios y que obedeciera sus órdenes. Rehusé; el Rey me encerró en ese recipiente de cobre y estampó en la tapa el Nombre Muy Alto, y ordenó a los genios sumisos que me arrojaran en el centro del mar. Dije en mi corazón: a quien me dé la libertad, lo enriqueceré para siempre. Pero un siglo entero pasó, y nadie me dio la libertad. Entonces dije en mi corazón: a quien me dé la libertad, le revelaré todas las artes mágicas de la tierra. Pero cuatrocientos años pasaron y yo seguía en el fondo del mar. Dije entonces: a quien me dé la libertad, yo le otorgaré tres deseos. Pero novecientos años pasaron. Entonces, desesperado, juré por el Nombre Muy Alto: a quien me dé la libertad, yo lo mataré. Prepárate a morir, oh mi salvador.
<br />
<br /><span style="font-style:italic;">Cuento de “Las mil y una noches”.</span>
<br />Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-46542294334367799312011-08-27T06:09:00.000-07:002011-08-27T06:11:03.241-07:00LiteraturaEl novelista, en mangas de camisa, metió en la máquina de escribir una hoja de papel, la numeró, y se dispuso a relatar un abordaje de piratas. No conocía el mar y sin embargo iba a pintar los mares del sur, turbulentos y misteriosos; no había tratado en su vida más que a empleados sin prestigio romántico y a vecinos pacíficos y oscuros, pero tenía que decir ahora cómo son los piratas; oía gorjear a los jilgueros de su mujer, y poblaba en esos instantes de albatros y grandes aves marinas los cielos sombríos y empavorecedores.
<br />
<br />La lucha que sostenía con editores rapaces y con un público indiferente se le antojó el abordaje; la miseria que amenazaba su hogar, el mar bravío. Y al describir las olas en que se mecían cadáveres y mástiles rotos, el mísero escritor pensó en su vida sin triunfo, gobernada por fuerzas sordas y fatales, y a pesar de todo fascinante, mágica, sobrenatural.
<br />
<br /><span style="font-style:italic;">Cuento de Julio Torri.</span>
<br />Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-24314490135169009842011-08-26T07:31:00.000-07:002011-08-26T07:32:23.369-07:00La tintorería de NasrudínCuando Nasrudín atendía su tintorería, entró un cliente y le dijo:
<br />—¿Podrías teñirme este vestido?
<br />— ¿De qué color lo quieres?
<br />— Ah, nada complicado, pero que no sea ni rojo, ni verde, ni blanco, ni negro, ni amarillo, ni lila. Bien, ya me entiendes, no querría ningún color conocido, pero fuera de esto, nada especial. ¿Me lo puedes hacer?
<br />—¡Claro que sí, hombre! Pasa a recogerlo cuando quieras, pero que no sea ni lunes, ni martes, tampoco miércoles, ni jueves y menos viernes. ¡Ah! Y el sábado y domingo está cerrado. Fuera de esto, ya lo sabes, siempre y cuando quieras.
<br />
<br /><span style="font-style:italic;">Cuento de la tradición sufí.</span>
<br />Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-30300055126406918392011-08-25T06:30:00.000-07:002011-08-25T06:32:17.339-07:00Peligrosa inteligenciaUn beduino, que avanzaba sentado sobre un camello cargado con dos grandes bolsas, se encontró a un hombre y prosiguió el viaje con él. El hombre le preguntó:
<br />—¿Qué lleva tu camello?
<br />—En un lado, una bolsa llena de maíz y, en el otro lado, una llena de arena —contestó el beduino.
<br />—¿Por qué?
<br />—Para equilibrar mejor la carga.
<br />—Sería mejor repartir el maíz entre las dos bolsas —observó el hombre—. De ese modo, la carga pesará menos.
<br />
<br />Al beduino le sorprendió la inteligencia de aquel consejo.
<br />-—¡Tienes toda la razón del mundo! Tu pensamiento es muy sutil.
<br />
<br />Mientras seguían viaje, el camellero le preguntó, intrigado:
<br />—¿Quién eres? Un hombre tan inteligente como tú tiene que ser... ¿sultán, visir?
<br />— No, no soy nada.
<br />— Pero ¿eres rico?
<br />—No. Mira mis ropas.
<br />— ¿Qué clase de comercio realizas? ¿Dónde está tu casa, tu tienda?
<br />— No tengo ni tienda ni casa.
<br />— ¿Y tus camellos? ¿Y tus cabras?
<br />— No los tengo.
<br />—Pero entonces, con una inteligencia como la tuya, ¿Qué tienes?
<br />— No tengo nada de nada, ya te lo he dicho, no tengo ni un trozo de pan para comer. Mi ropa son estos andrajos.
<br />—¡Baja de mi camello! —gritó el beduino—. ¡Aléjate! ¡Llévate lejos de mí tu peligrosa inteligencia, porque mi idiotez es muchísimo más útil!
<br /><span style="font-style:italic;">
<br />Cuento de la tradición sufí.</span>
<br />Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-55962653289780349132011-08-24T05:57:00.000-07:002011-08-24T06:00:57.660-07:00La secta del Loto BlancoHabía una vez un hombre que pertenecía a la secta del Loto Blanco. Muchos, deseosos de dominar las artes tenebrosas, lo tomaban por maestro.
<br />
<br />Un día el mago quiso salir. Entonces colocó en el vestíbulo un tazón cubierto con otro tazón y ordenó a los discípulos que los cuidaran. Les dijo que no descubrieran los tazones ni vieran lo que había adentro.
<br />
<br />Apenas se alejó, levantaron la tapa y vieron que en el tazón había agua pura y en el agua un barquito de paja, con mástiles y velamen. Sorprendidos, lo empujaron con el dedo. El barco se volcó. De prisa lo enderezaron y volvieron a tapar el tazón.
<br />
<br />El mago apareció inmediatamente y les dijo:
<br />— ¿Por qué me han desobedecido?
<br />
<br />Los discípulos se pusieron de pie y negaron. El mago declaró:
<br />— Mi nave ha zozobrado en el confín del Mar Amarillo. ¿Cómo se atreven a engañarme?
<br />
<br />Una tarde, encendió en un rincón del patio una pequeña vela. Les ordenó que la cuidaran del viento. Había pasado la segunda vigilia y el mago no había vuelto. Cansados y soñolientos, los discípulos se acostaron y se durmieron. Al otro día la vela estaba apagada. La encendieron de nuevo.
<br />
<br />El mago apareció inmediatamente y les dijo:
<br />— ¿Por qué me han desobedecido?
<br />
<br />Los discípulos negaron otra vez:
<br />— De veras, no hemos dormido. ¿Cómo iba a apagarse la luz?
<br />
<br />El mago les dijo:
<br />— Quince leguas erré en la oscuridad de los desiertos tibetanos y ahora quieren engañarme.
<br />
<br />Esto atemorizó a los discípulos.
<br />
<br /><span style="font-style:italic;">Cuento popular chino.</span>
<br />Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-37981557086529362622011-08-23T07:23:00.000-07:002011-08-23T07:25:24.608-07:00Los murciélagos y las comadrejasCayó un murciélago a tierra y fue apresado por una comadreja. Viéndose próximo a morir, imploró el murciélago por su vida. Le dijo la comadreja que no podía soltarlo porque de nacimiento era enemiga de los pájaros. El murciélago replicó que no era un pájaro sino un ratón, librándose con esta astucia.
<br />
<br />Algún tiempo después volvió a caer de nuevo en las garras de otra comadreja, y le suplicó que no lo devorara. Contesto esta comadreja que odiaba a todos los ratones. El murciélago le afirmó que no era ratón sino pájaro. Y se libró así por segunda vez.
<br />
<br /><span style="font-style:italic;">Fábula de Esopo.</span>
<br />Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-57463512380975191672011-08-22T06:53:00.000-07:002011-08-22T06:55:26.751-07:00La protección por el libroEl literato Wu, de Ch'iang Ling, había insultado al mago Chang Ch'i Shen. Seguro de que éste procuraría vengarse, Wu pasó la noche levantado, leyendo, a la luz de la lámpara, el sagrado Libro de las transformaciones. De pronto se oyó un golpe de viento que rodeaba la casa, y apareció en la puerta un guerrero que lo amenazó con su lanza. Wu lo derribó con el libro. Al inclinarse para mirarlo, vio que no era más que una figura, recortada en papel. La guardó entre las hojas. Poco después entraron dos pequeños espíritus malignos, de cara negra y blandiendo hachas. También estos, cuando Wu los derribó con el libro, resultaron ser figuras de papel. Wu las guardó como a la primera. A media noche, una mujer, llorando y gimiendo, llamó a la puerta.
<br />— Soy la mujer de Chang —declaró—. Mi marido y mis hijos vinieron a atacarlo y usted los ha encerrado en su libro. Le suplico que los ponga en libertad.
<br />— Ni sus hijos ni su marido están en mi libro —contestó Wu—. Sólo tengo estas figuras de papel.
<br />— Sus almas están en esas figuras —dijo la mujer—. Si a la madrugada no han vuelto, sus cuerpos, que yacen en casa, no podrán revivir.
<br />— ¡Malditos magos! —gritó Wu—. ¿Qué merced pueden esperar? No pienso ponerlos en libertad. De lástima, le devolveré uno de sus hijos, pero no pida más.
<br />
<br />Le dio una de las figuras de cara negra.
<br />
<br />Al otro día supo que el mago y su hijo mayor habían muerto esa noche.
<br />
<br /><span style="font-style:italic;">Cuento popular chino.</span>
<br />Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-64144592196506109042011-08-21T07:13:00.000-07:002011-08-21T07:14:46.947-07:00El diamante del hombre ricoA un hombre rico que tenía un vecino muy pobre, le dijo un adivino que todas sus riquezas pasarían algún día a manos del pobre. El rico se impresionó tanto que lo vendió todo. Con el dinero obtenido compró un gran diamante, que escondió en el turbante.
<br />—Ahora —se dijo—, mi pobre vecino nunca obtendrá mi diamante.
<br />
<br />Algún tiempo después, estando en el mar, el viento le llevó el turbante, que cayó en el agua y se hundió con el precioso diamante.
<br />—De todos modos —pensó el rico-, si he perdido el diamante, mi pobre vecino nunca podrá poseerlo.
<br />
<br />Pero, pocos días después, el pobre compró un pez en el mercado, y al abrirlo encontró el diamante que el pez se había tragado.
<br />
<br /><span style="font-style:italic;">Cuento del Talmud.</span>
<br />Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-14117407666503722592011-08-20T06:40:00.000-07:002011-08-20T06:42:13.098-07:00Rezo desperdiciadoUn seguidor de Hazrat Mohammed fue con él a la mezquita para las oraciones de madrugada. Era verano y, de regreso, vio que mucha gente todavía permanecía en sus casas. El hombre le dijo a Hazrat con mucha arrogancia:
<br />—¿Qué les pasará a estos pecadores? No han acudi¬do a los rezos matutinos.
<br />
<br />Mohammed se detuvo y le contestó:
<br />—Vete a tu casa. Debo regresar a la mezquita.
<br />—¿Por qué? —preguntó el hombre
<br />— Mi oración matutina se ha desperdiciado por tu culpa—repuso el maestro—. Tengo que rezar de nuevo. Y en cuanto a ti, acuérdate de no venir más. Tus rezos sólo han conseguido darte un pretexto para condenar a los demás.
<br />
<br /><span style="font-style:italic;">Cuento de Osho.</span>
<br />Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-27138923103669525772011-08-19T07:31:00.000-07:002011-08-19T07:32:17.060-07:00La suegra de NasrudínCierta vez, los vecinos de Nasrudín corrieron a avisarle que su suegra había caído al río. Sin dudarlo un instante, el mullah se zambulló y comenzó a nadar contra la corriente.
<br />—¡No! —le gritaron—. ¡Ve aguas abajo!
<br />—¡Escuchen! —jadeó Nasrudín mientras continuaba nadando—. Conozco a la madre de mi mujer. Cuando todos los demás son arrastrados por la corriente, ella trata de llevarle la contraria.
<br />
<br /><span style="font-style:italic;">Cuento de la tradición sufí.</span>
<br />Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-41162169473624181812011-08-18T15:00:00.000-07:002011-08-18T15:02:15.115-07:00ProblemaUn hombre preguntó a su psiquiatra, "Estoy muy preocupado, hablo conmigo mismo. ¿Qué debería hacer? ¿Puede ayudarme?".
<br />
<br />El psiquiatra le contestó, "No es nada por lo que deba de preocuparse. Todo el mundo habla consigo mismo, no es un gran problema. Sólo cuando empiece a contestarse, venga a mí. Entonces le puedo ser de ayuda".
<br />
<br /><span style="font-style:italic;">Cuento de Osho.</span>
<br />Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-5628936318039557172011-08-17T06:19:00.000-07:002011-08-17T06:20:38.849-07:00El anillo de CarlomagnoEl emperador Carlomagno se enamoró, siendo ya viejo, de una muchacha alemana. Los nobles de la corte estaban muy preocupados porque el soberano, poseído de ardor amoroso y olvidado de la dignidad real, descuidaba los asuntos del Imperio. Cuando la muchacha murió repentinamente, los dignatarios respiraron aliviados, pero por poco tiempo, porque el amor de Carlomagno no había muerto con ella. El Emperador, que había hecho llevar a su aposento el cadáver embalsamado, no quería separarse de él. El arzobispo Turpín, asustado de esta macabra pasión, sospechó un encantamiento y quiso examinar el cadáver. Escondido debajo de la lengua muerta encontró un anillo con una piedra preciosa. No bien el anillo estuvo en manos de Turpín, Carlomagno se apresuró a dar sepultura al cadáver y volcó su amor en la persona del arzobispo. Para escapar de la embarazosa situación, Turpín arrojó el anillo al lago de Constanza, Carlomagno se enamoró del lago de Constanza y no quiso alejarse nunca más de sus orillas.
<br />
<br /><span style="font-style:italic;">Cuento de Jules Barbey d’Aurevilly.</span>
<br />Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-62489771531249263142011-08-16T06:29:00.000-07:002011-08-16T06:30:26.925-07:00FidelidadEl maestro Najmaini expulsó a un estudiante con estas palabras:
<br />—Tu fidelidad ha sido probada. La encuentro tan inconmovible que debes irte.
<br />
<br />Desconcertado, el estudiante repuso:
<br />—Me iré, pero no puedo entender cómo la fidelidad puede ser un motivo de expulsión.
<br />—Durante tres años —replicó el maestro—, hemos probado tu fidelidad a conocimientos inútiles y a juicios superficiales. Es por eso que te tienes que ir.
<br />
<br /><span style="font-style:italic;">Cuento de la tradición sufí.</span>
<br />Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-37719162561903067132011-08-15T03:52:00.000-07:002011-08-15T03:53:31.423-07:00Elogio de la imaginaciónHace unos años, la BBC preguntó a los niños británicos si preferían la televisión o la radio. Casi todos se pronunciaron por la televisión, lo que fue algo así como comprobar que los gatos maúllan o que los muertos no respiran. Pero entre los poquitos niños que eligieron la radio, hubo uno que explicó: “Me gusta más la radio, porque por la radio veo paisajes más lindos”.
<br />
<br /><span style="font-style:italic;">Cuento de Eduardo Galeano. </span>
<br />Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-43846377411673814622011-08-14T06:28:00.000-07:002011-08-14T06:29:35.264-07:00“Usted es un buda”Antaño, los monjes budistas eran vegetarianos, castos, no bebían sake y permanecían solteros.
<br />
<br />El abad del monasterio de Eihei, Hara Tazan, que anteriormente había sido profesor en la universidad de Tokio, se tomaba estas restricciones a la ligera.
<br />
<br />Cierto día, un hombre rico lo invitó a comer a su casa junto con un maestro de moral, Honshorishi. Una servidora trajo sake. El maestro de moral reusó la bebida, pero el maestro Hara bebió y apreció su calidad:
<br />—¡Está muy bueno! Los que no pueden beber esto, no son hombres.
<br />
<br />Honshorisi se encolerizó:
<br />—¿Pretende usted decir que yo no soy un hombre?
<br />—No, usted es un buda —contestó Hara.
<br />
<br />Todos los presentes se rieron mucho con esta respuesta, incluso el maestro de moral, desarmado por la sabiduría de Hara.
<br />
<br /><span style="font-style:italic;">Cuento de la tradición budista.</span>
<br />Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-28334796014683098762011-08-13T06:38:00.000-07:002011-08-13T06:39:37.036-07:00El hombre devoto y el reyHabía una vez un hombre devoto que soñó con la visión de un rey en el Paraíso y la de otro hombre piadoso en el Infierno.
<br />—¡Esto es una injusticia! —exclamó—. ¿No debería ser al revés?
<br />—De ninguna manera —llegó la respuesta—.. El rey está en el cielo porque amaba y era devoto de los derviches. El hombre piadoso está en el Infierno porque se relacionaba demasiado con los reyes.
<br />
<br /><span style="font-style:italic;">Cuento de la tradición sufí.</span>
<br />Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2068036564657323743.post-30480203287679623712011-08-12T07:11:00.000-07:002011-08-12T07:12:35.931-07:00Rasca donde no picaEl pastor Miguel Brun me contó que hace algunos años estuvo con los indios del Chaco paraguayo. Él formaba parte de una misión evangelizadora. Los misioneros visitaron a un cacique que tenía prestigio de muy sabio. El cacique, un gordo quieto y callado, escuchó sin pestañear la propaganda religiosa que le leyeron en lengua de los indios. Cuando la lectura terminó, los misioneros se quedaron esperando.
<br />
<br />El cacique se tomó su tiempo. Después, opinó:
<br />—Eso rasca. Y rasca mucho, y rasca muy bien.
<br />
<br />Y sentenció:
<br />—Pero rasca donde no pica.
<br />
<br /><span style="font-style:italic;">Cuento de Eduardo Galeano.</span>
<br />Graciela Pérez Aguilarhttp://www.blogger.com/profile/05295689723029293707noreply@blogger.com0