lunes, 25 de julio de 2011

La bondad

El mendigo ciego:
—¡Una limosnita, por amor de Dios!

Pero no es ciego porque ahora ha abierto un ojo.

La señora –enfurecida porque el ciego ve- no le da limosna.
—Me ha pretendido engañar, ¡miserable!
—Pero, señora, cálmese usted —responde el limosnero—. ¿No es mucho mejor que haya pretendido engañarla que ser ciego verdaderamente?

Cuento de Braulio Arenas.

No hay comentarios: