jueves, 21 de octubre de 2010

Comunión con la naturaleza

Cierto día, Nasrudín vio un edificio de extraño aspecto ante cuya puerta se hallaba sentado un yogui contemplativo. El mullah decidió que aprendería algo de aquel impresionante personaje y entabló conversación con él, preguntándole quién era.
— Soy un yogui —dijo el hombre— y paso mi tiempo intentando alcanzar la armonía con todos los seres vivos.
– Eso es interesante —comentó Nasrudín—, porque en una ocasión un pez me salvó la vida.

El yogui le rogó que se quedase con él porque, durante toda una vida dedicada a armonizarse con la creación animal, nunca había estado tan cerca de dicha comunión como el mullah.

Después de varios días de contemplación, el yogui pidió a Nasrudín que le hablase más de su maravillosa experiencia con el pez, “ahora que ya se conocían mejor”.
— Ahora que te conozco mejor —dijo Nasrudín—, dudo de que te aproveche lo que tengo que decir.

Pero el yogui insistió.
— Muy bien – accedió el mullah—. El pez me salvó realmente la vida. En aquellos momentos me estaba muriendo de hambre, y él me alimentó durante tres días.


Cuento de la tradición sufí.

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