viernes, 1 de abril de 2011

Sócrates 3

Cuando Sócrates estaba en la cárcel, ya condenado a muerte, su mujer, Xantipa, fue a visitarlo. Y a pesar de la forma poco afectuosa en que lo había tratado siempre, se echó a llorar. Entonces, Sócrates le dijo:
—No llores, todos estamos condenados a muerte por la naturaleza.
—Pero a ti te han condenado injustamente.
—¿Es que te parecería menos lamentable que me hubiesen condenado justamente?

No hay comentarios: